"En la radio abundan el amateurismo y la improvisación"
Desde hace nueve años, Fernando Delgado (Tenerife, 1947) es la voz del fin de semana para varios millones de oyentes. El periodista y escritor (acaba de publicar Parece mentira) ha conquistado con la revista sonora A vivir que son dos días un público fiel, como refleja oleada tras oleada el Estudio General de Medios. Los últimos datos, difundidos en abril, otorgan al magacín matinal de la cadena SER, 1.499.000 oyentes los sábados y 1.256.000 los domingos, más que la suma de sus competidores en Onda Cero y Cope.
Pregunta. ¿Cómo ha cambiado la radio desde los años sesenta, cuando usted empezó en Radio Juventud de Canarias?
Respuesta. Aquélla era una radio de variedades en la que hasta los boletines informativos locales había que pasarlos dos horas antes por la delegación de Información y Turismo para que le pusieran el sello de la censura. La democracia cogió a la radio muy preparada, con excelentes profesionales. Hoy domina una radio informativa, que genera debates y opinión; un medio con influencia en la sociedad, inmediato y permeable. Técnicamente ha cambiado mucho, y la radio permite una mayor participación del público. Ha ganado en espontaneidad, pero la espontaneidad requiere una cierta organización, y hoy en día abunda el amateurismo y hay mucho abandono a la improvisación. También existe una radio de elaboración donde tiene cabida la creatividad.
P. ¿Las tertulias políticas han sido el gran invento moderno?
R. No lo creo. Todos hacemos el mismo tipo de radio desde hace muchos años: abierta y caracterizada por el toque personal de cada uno. Un magacín es siempre un magacín, con ingredientes similares.
P. ¿Quiere decir que la oferta es prácticamente clónica?
R. Existe una fórmula que ha tenido éxito, y nadie se ha atrevido a romper esa dinámica. Todos intentamos hacer programas que no sean previsibles y con las mínimas secciones fijas posibles. A vivir que son dos días está pensado para disfrutar el fin de semana con un formato radiofónico similar al colorín de los periódicos, dándole la vuelta al tema de la semana.
P. ¿Cuál es la fórmula para mantener un programa como indiscutible número uno?
R. A vivir... conecta con un público interesado por la información. No es una revista trivial para el fin de semana. Muchos oyentes son profesionales que no tienen oportunidad de escuchar la radio durante la semana y no aspiran a que les diviertan con banalidades absolutas. Para distraerse, la gente tiene la televisión. La radio ofrece, incluso en el fin de semana, debate social.
P. ¿Qué papel juega el humor?
R. Tuvimos a Manolito Gafotas, y ahora contamos con el taxista Palomeque, muy aceptado por el público. El humor contribuye a hacer un programa más distendido, relajado y amable.
P. ¿Es menos competitiva la radio que la televisión?
R. En Televisión Española estuve al frente de los telediarios del fin de semana, que eran líderes absolutos. Nunca he hecho un programa con el martillo de la audiencia encima. Tampoco en la radio he sentido la presión de las audiencias.
P. ¿Cree que existe radiobasura al igual que hay telebasura?
R. Y librobasura. Los contenedores son todos extraordinarios, y depende de cómo los usemos se convierten en vertederos. Es injusto que sólo a la televisión se le asigne la calificación de basura. Parece que el libro es un contenedor más noble, pero es sólo un contenedor. La radio y la televisión son inventos extraordinarios de culturización o desculturización. En esencia, la televisión es espectáculo. La radio, no.
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