La ministra de Medio Ambiente acusa al Ejecutivo del PP de falta de control sobre los vertidos de Ercros en Flix
La ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, acusó ayer a la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) de haber relajado su control sobre el río Ebro en general y sobre los vertidos tóxicos de Ercros en el embalse de Flix (Ribera d'Ebre), en particular durante el gobierno del PP. En su comparecencia en el Senado, respondiendo al senador de la Entesa Catalana de Progrés Jordi Guillot, Narbona dijo que al acceder al cargo la situación que encontró en la CHE "no era la mejor", y precisó que, de demostrarse que hubo omisión en el cumplimiento del deber de controlar la calidad del río, se derivarán "responsabilidades políticas". La ministra señaló que en la década de los noventa hubo varias denuncias y sanciones contra Ercros por contaminar el río.
"Hace falta profundizar en los mecanismos de control de la CHE", dijo la ministra, que dedicó buena parte de su intervención a recordar que el Ejecutivo socialista está impulsando una reforma de estos organismos "diseñados en etapas centralistas, sin comunidades autónomas". Asimismo abogó por la participación de los gobiernos autónomos en las correspondientes confederaciones hidrográficas. Narbona advirtió del grado de responsabilidad de la CHE en el hecho de que Ercros acumulara 360.000 toneladas de vertidos tóxicos ante su planta en el embalse de Flix durante décadas. No obstante, continuó sin acusar a la dirección de la empresa. Recordó que la fiscalía tiene abierto un proceso para determinar responsabilidades, aunque consideró "difícil" que puedan demostrarse, puesto que "el grueso de los vertidos" corresponde a una etapa anterior a la entrada en vigor de cualquier legislación medioambiental.
La ministra compareció para dar cuentas de los avances de los trabajos para descontaminar la zona y dijo que el Gobierno espera adjudicar las obras el año que viene y que antes de terminar 2005 el proyecto saldrá a exposición pública. Las dos opciones que hasta ahora se barajan son confinar los residuos bajo un caparazón de hormigón para asegurar que no se mezclen con el agua o retirarlos y trasladarlos a un depósito especial que debería construirse. Narbona admitió que existe un riesgo mínimo de que estos productos tóxicos, especialmente el mercurio, puedan ser arrastrados por el agua mientras duren las obras.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.