"Desde 1995 los huracanes son más fuertes"
La Agencia Nacional de Oceanografía y Atmósfera (NOAA) estadounidense desarrolla un fuerte programa de investigación de los huracanes, que todos los años azotan, provocando más o menos daños, las costas atlánticas del país. "Los huracanes son motores de calor, que toman energía de la humedad caliente del mar y la emiten en forma de tormenta", explica Landsea. "Pero estamos investigando la física, los detalles: cómo hacen eso los huracanes, cómo se forman, qué hace que unos se conviertan rápidamente en grandes tormentas y otros no, qué causa los cambios de trayectoria, etcétera". Este científico de meteorología pronunció recientemente una conferencia en Cosmocaixa Madrid, sobre El retorno de los grandes huracanes.
"Ciclones en el Índico, tifones en el Pacífico y huracanes en el Atlántico son lo mismo"
Pregunta. ¿Por qué los huracanes azotan la costa americana en unos meses determinados?
Respuesta. Son un fenómeno de los océanos tropicales que toma su energía del calor del mar. Para que se forme tiene que haber tormentas, pero necesita alguna alteración en la atmósfera, algo que empiece a girar y absorba humedad; estas inestabilidades meteorológicas se producen en África y acaban generando entre 5 y 10 tormentas tropicales o huracanes cada año, a veces hasta 15. Los huracanes son criaturas del océano, alimentadas por el aire muy húmedo y caliente, y cuando llegan a tierra, donde el aire es seco, ya no hay energía para alimentarlos y mueren.
P. ¿Cuándo es la temporada de huracanes?
R. La temporada oficial, cuando la predicción está alerta, es del 1 de junio hasta final de noviembre, pero la mayoría, el 90%, se produce entre agosto o septiembre y octubre.
P. ¿Cuáles son las zonas proclives a sufrirlos?
R. El mar Caribe y el golfo de México, la Costa Este estadounidense y a veces hasta Canadá.
P. ¿Son los tifones del Pacífico el mismo fenómeno aunque se llamen de modo distinto?
R. Es exactamente lo mismo: ciclones en el Índico, tifones en el Pacífico Norte y huracanes en el Atlántico.
P. Sus investigaciones recientes indican que en la última década los huracanes del Atlántico son más fuertes.
R. Sí. Observamos que, desde 1995, hay una intensificación de los huracanes, con vientos más fuertes y la presión más baja. El número no ha cambiado mucho, pero es mayor el porcentaje de los que llegan a ser realmente grandes, con vientos de 15 metros por segundo.
P. ¿Y hay más huracanes anualmente?
R. El número total ha variado poco, unos ocho al año, cuando la media a largo plazo es de seis o siete. Pero en los últimos 10 años ha habido más huracanes muy fuertes, hasta tres o cuatro al año, mientras que antes de 1995, en los ochenta y en los setenta, la media de los fuertes era de 1,5 por año.
P. ¿Es una tendencia?
R. Observamos ciclos en una escala a largo plazo, con de 25 a 40 años de huracanes más tranquilos y otros tantos de huracanes muy fuertes.
P. ¿Este ciclo se debe a la variabilidad natural o está relacionado con el cambio climático?
R. Al parecer, se debe sobre todo a ciclos naturales forzados por el Atlántico, con fases periódicas de calentamiento del agua que duran de 25 a 40 años, seguidas de enfriamiento. La diferencia de temperatura es de sólo medio grado centígrado superior a lo normal o medio grado más frío, pero es suficiente. Además, cuando el mar está más caliente normalmente hay menos vientos que desgarren los huracanes. Así que influyen ambos factores: el océano proporciona más combustible para los huracanes y las alteraciones atmosféricas favorecen su desarrollo. En cuanto al cambio climático, si se duplican las emisiones de gases de efecto invernadero, según los modelos, dentro de un siglo los huracanes serán más fuertes, pero en torno a un 5%. Es decir, que si ahora los vientos en un huracán llegan a 200 kilómetros por hora, con el cambio climático llegarán a 210 kilómetros por hora. Es un efecto importante, pero muy pequeño en comparación con el de la variabilidad natural.
P. ¿Y habrá más huracanes o menos?
R. En esto hay incertidumbres: algunos estudios sugieren que habrá algunos más y otros que habrá algunos menos. Depende del fenómeno oceanográfico El Niño porque cuando se registra calentamiento en el Pacífico observamos menos huracanes en el Atlántico. El Niño altera los patrones meteorológicos globales y respecto a los huracanes provoca cambios en la localización y trayectoria.
P. ¿Esos ciclos se dan también en los tifones del Pacífico?
R. Observamos el mismo tipo de variabilidad entre periodos de intensidad y de calma, pero no son igual que en el Atlántico, parece que son más cortos. En los años noventa parece que ha habido una fase de calma en el Pacífico. En cuanto al cambio climático, las predicciones son similares.
P. La predicción a corto plazo de los huracanes es muy buena en comparación con la de otros fenómenos naturales que provocan catástrofes, como los terremotos. ¿Por qué?
R. Para los huracanes hacemos predicciones buenas a cuatro o cinco días y la predicción de temporada es buena para las características generales, para la intensidad, pero no podemos predecir su localización. En la predicción diaria tenemos una precisión de unos 80 kilómetros a un día, de unos 150 kilómetros a dos días y de 225 kilómetros a tres días. La verdad es que se ha mejorado mucho gracias a las mejores observaciones desde satélites y desde aviones, a la mejora de los modelos y al mejor conocimiento de la física implicada.
P. ¿Son importantes los satélites?
R. Sí, desde luego, pero también es esencial tomar datos desde los aviones. Los satélites en órbita geoestacionaria dan una idea básica de dónde está la tormenta y de la intensidad de los vientos, pero no ven bien las paredes del ojo a no ser que sea un huracán muy grande. Los satélites en órbita polar proporcionan datos mucho más precisos, pero tienen el problema del tiempo de sobrevuelo de la zona, como mucho pasan una o dos veces al día sobre la tormenta.
P. ¿Qué hacen con esos datos?
R. Sirven para la predicción y para la investigación, para mejorar los modelos. Un reto, en el que estoy trabajando es utilizar los datos de radar, que dan información tridimensional de los vientos y las lluvias en el huracán, para mejorar los modelos en cuanto a predicción de intensidad de los vientos y el tamaño de la tormenta. Saber con antelación cómo será de fuerte un huracán es importante porque eso es lo que conlleva al potencial desastre. Otro reto es entender los ciclos a largo plazo: si estamos en un periodo de alta intensidad, ¿cuánto va a durar? ¿Serán así de intensos los huracanes durante 10 o 30 años más?
Aviones que cruzan la tormenta
Landsea es un científico con una buena dosis de aventurero, ansioso de contar sus experiencias en los aviones que se meten en los huracanes. ¿No tiene miedo? "No. Sé que los pilotos son muy buenos, muy experimentados", responde tranquilo. "Volamos dentro del huracán cinco o seis horas, depende de cómo sea de grande, cruzándolo varias veces; el año pasado volé 10 veces". Se hacen dos vuelos al día cuando una tormenta tropical se acerca a las costas americanas.
"La mayor parte del tiempo no ves mucho porque vuelas entre nubes. Luego, el muro que rodea el ojo del huracán es oscuro, una banda de tormenta con muchas turbulencias. Cuando entras en el ojo todo es suave y muy brillante; de día la vista es fantástica porque a veces llegas a ver las olas del océano, y hacia arriba el círculo del cielo. El ojo puede medir desde 10 o 20 kilómetros de diámetro hasta 100".
Los aviones de la NOAA -un jet para sobrevolar la tormenta y las turbohélices, que maniobran mejor en el huracán- dejan caer sensores que van midiendo la humedad, la temperatura, los vientos y la presión durante varios kilómetros, hasta el mar. Obtienen imágenes tridimensionales del huracán y un radiómetro mide los vientos a ras del océano, donde el avión no se acerca.
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