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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Europa grande y barata

En otro hito histórico, Bulgaria y Rumania firmaron ayer en Luxemburgo su Tratado de Adhesión a la Unión Europea. La UE sigue avanzando en su cometido de unificación pacífica y democratización del Viejo Continente. Pero lo hace de una manera irresponsable, y hasta insolidaria, pues pretende comprar duros a cuatro pesetas. Abre sus puertas, pero no sus arcas, con la paradoja de que, de no cambiar las propuestas que están sobre la mesa, España tendría que pagar proporcionalmente más que otros países ricos el coste de la última ampliación de diez y mañana la de estos dos nuevos miembros.

El momento escogido para la firma de adhesión de Rumania y Bulgaria no es el más propicio ante la incertidumbre creada por el predominio del no en las encuestas realizadas en Francia ante el referéndum del 29 de mayo sobre la Constitución europea. Pocas dudas caben de que si el proyecto zozobra, los primeros en sufrir serán los que están a las puertas de la Unión -como Bulgaria y Rumania-, y más lejos Turquía, o los balcánicos y hasta Ucrania. Sin estar ni financiera ni institucionalmente preparada para ello, la UE se ha metido en una dinámica de ampliación sin límite. En esto sigue a la OTAN, en la que Estados Unidos quiere ver incorporadas cuanto antes a las ex repúblicas soviéticas en vías de democratización, como Ucrania y Georgia, y amplía los objetivos (Afganistán, Irak, Oriente Próximo...) sin que nadie quiera poner un dólar o un euro más.

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Sería conveniente una pausa de reflexión entre los Veinticinco para preparar con más racionalidad los pasos siguientes. La construcción europea reposa sobre el principio de solidaridad plasmado en la política de cohesión económica y social, que tan beneficiosa ha resultado para todos los países y regiones de la Unión, entre ellos España. Recortarla socavaría los fundamentos de esta nueva Gran Europa. Los países más ricos no pueden pretender empujar la ampliación de la Unión y a la vez rebajar su techo presupuestario del 1,24% actual a un 1% del PIB comunitario. No concuerda.

Con vistas a la negociación de las Perspectivas Financieras 2007-2013 es necesario reforzar la política de cohesión hacia los más atrasados. Pero no puede hacerse de una manera brusca que interrumpa los flujos netos, en torno al 1% del PIB nacional, que un país como España viene recibiendo de Bruselas. Luxemburgo, que ejerce la presidencia semestral, ha propuesto ampliar dos años, hasta 2008, el Fondo de Cohesión, una decisión que beneficia primordialmente a España. Es un caramelo envenenado, porque resulta insuficiente pero al menos abre una vía para resolver el problema español. Los nuevos miembros protestaron ayer de que tal concesión les privaría de parte de una ayuda vital para su desarrollo, aunque su balanza comercial con España, por ejemplo, les sea ampliamente beneficiosa. Los ricos rechazan toda solución a medida, ya sea para nuestro país o para resolver la cuestión del cheque británico, la devolución de 5.000 millones de euros anuales que recibe Londres en compensación por no recibir ayudas agrícolas. Entre los ricos sólo Francia se muestra algo más comprensiva con las exigencias de Madrid.

La cuestión española y la británica se han convertido en el gran escollo de la negociación. Incluso están interrelacionadas desde el absurdo de que si no se soluciona el problema español y sí el británico, a España le correspondería proporcionalmente pagar más del cheque a Londres que otros países más ricos. La negociación no ha empezado aún en serio ni lo hará hasta después del referéndum francés. La responsabilidad histórica no casa con la irresponsabilidad presupuestaria. La Unión se ha adentrado en un loable proceso de unificación continental, pero tiene que poner los medios para lograrla de manera solidaria y equitativa.

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