Irak contra Blair
El líder laborista reprocha a la oposición sus ataques sobre la guerra en el país árabe "porque no tienen nada que ofrecer a los votantes"
La guerra de Irak ocupó ayer por segundo día consecutivo el centro del debate en la campaña electoral del Reino Unido. Tras haber permanecido en segundo plano en los últimos meses, el conflicto que ha marcado la segunda legislatura de Tony Blair como primer ministro reapareció súbitamente el domingo al saberse que el máximo asesor jurídico del Gobierno planteó seis dudas sobre la legalidad de la guerra, justo antes de afirmar en el Parlamento que la invasión sería legal. El líder de los liberales-demócratas, Charles Kennedy, acusó ayer a Blair de "minar la confianza en el Gobierno y los políticos".
Irak ha sido el tema dominante de la política británica en los últimos tres años, pero los expertos en demoscopia electoral y los estrategas de los partidos políticos estaban de acuerdo en que sus efectos están ya "descontados" por el mercado electoral. Incluso los liberales-demócratas, el único de los grandes partidos que ha estado siempre contra esa guerra, situó a Irak en el último puesto de su decálogo electoral y apenas lo había utilizado en campaña.
Los expertos en sondeos insisten en que los electores no cambiarán su voto por la guerra
Sin embargo, Charles Kennedy se ha lanzado sobre el hueso de Irak en cuanto ha irrumpido en campaña. También lo ha hecho el líder de los conservadores, Michael Howard, pero con mucha menos credibilidad. Howard votó a favor de una guerra que tuvo el apoyo absoluto del Partido Conservador. Sus intentos por deslindar la guerra en sí misma de los motivos por los que Blair llevó a ella al país, que el tiempo ha demostrado que eran falsos, se ha visto siempre como una posición oportunista más que como una genuina denuncia de la actuación del primer ministro.
"Irak merece ser un asunto central en estas elecciones no sólo por lo que ha ocurrido, sino por lo que puede ocurrir", declaró Kennedy en referencia al peligro de que Tony Blair pueda apoyar nuevas intervenciones militares del Reino Unido junto a Estados Unidos si es reelegido como primer ministro.
"La reputación internacional de Gran Bretaña se ha visto dañada por la manera en que Tony Blair nos ha llevado a la guerra. Ha minado Naciones Unidas. Ha minado la ley internacional. Ha minado la posición del propio Blair como primer ministro. Ha minado la confianza en el Gobierno y en los políticos en general", dijo el líder liberal-demócrata.
Tony Blair, que el domingo optó por ignorar la cuestión de Irak, no tuvo más remedio que abordarla ayer en su comparecencia matinal ante la prensa, como casi todos los días durante la campaña. Acusó a la oposición de agarrarse al tema de Irak "porque no tienen nada que decir sobre las cuestiones que afronta nuestro país en el futuro". Se ratificó en su posición de que el fiscal general y principal asesor jurídico del Gobierno, lord Goldsmith, dictaminó la legalidad de la guerra tanto en el Parlamento como en una reunión del Gabinete. Y llegó a asegurar que "no hubo cambio de posición" en su dictamen, pese a que 10 días antes de emitirlo había dado cuenta de hasta seis elementos de duda sobre esa legalidad, según el texto del dictamen al que tuvo acceso el dominical Mail on Sunday.
Pese al revuelo que se ha organizado en la campaña, los responsables de las casas de sondeos insisten en que los electores no van a cambiar su decisión de voto, aunque podría influir a la hora de decidir entre ir a las urnas o quedarse en casa. "Todos los sondeos indican que la gente ya se formó una opinión sobre Irak hace tiempo", subrayaba ayer tarde Rick Nye, de la agencia Populus. "Es verdad que el primer ministro afronta cierto daño residual en términos de pérdida de confianza debido a Irak o debido a que no se encontraron armas de destrucción masiva, pero todos los indicadores señalan que ése es un asunto de escasa resonancia en esta campaña".
"La gente que tiene problemas con Tony Blair por este tema los tiene desde hace tiempo; aquellos que quieren dejar de un lado el tema de Irak y centrarse en asuntos como el estado de los servicios públicos o la marcha de la economía creo que ya han decidido mirar más allá de la guerra en Irak", añadió. "La polémica sobre la inmigración ha dominado gran parte de la campaña, pero no ha cambiado las intenciones de voto de los electores; no creo que la guerra de Irak pueda hacerlo tampoco. El único sentido en el que puede afectar a los laboristas es reforzando la intención de abstenerse en una parte de sus votantes, pero sólo si creen que los laboristas pueden ganar sin su voto", concluyó Nye.
Ben Page, de Mori, se expresó en términos semejantes en declaraciones a la BBC. "Irak ya ha sido descontado por los votantes y no está entre las prioridades de los electores", dijo. "Lo importante es que cuando Blair llegó al poder lo hizo explotando la cuestión de la confianza", que ha quedado mermada a lo largo de la legislatura. "Eso puede ayudar a los liberales, pero no a los conservadores, porque incluso ahora Blair aún está por encima de Howard en la cuestión de la confianza", aseguró.
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