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El Ejército inmoviliza el 90% de sus helicópteros por falta de certificación

Sólo 15 de las casi 150 aeronaves de Tierra tienen documento de navegación aérea

Miguel González

Sólo 15 de los casi 150 helicópteros con que cuenta el Ejército de Tierra vuelan desde diciembre pasado. Los restantes se encuentran en parada forzosa por falta del correspondiente certificado de aeronavegabilidad. El Ejército espera recuperar a lo largo del próximo otoño, tras casi un año inmovilizados, aparatos tan valiosos como los 17 helicópteros de transporte Chinook, con capacidad para 33 pasajeros, o los Superpuma. En cambio, es muy probable que otros modelos, como los HU-10, que intervinieron en Perejil, o los Bolkow se den definitivamente de baja.

El Ministerio de Defensa aprobó, el pasado 26 de noviembre, el Reglamento de Aeronavegabilidad de la Defensa. Dicho decreto venía a llenar un vacío legal derivado de la Ley de Navegación Aérea de 1999, que obligaba a que todas las aeronaves cuenten con un certificado de aeronavegabilidad, pero no establecía quién debía certificar las aeronaves militares ni cómo.

El reglamento atribuye dicha competencia a Defensa y convierte el director general de Armamento y Material en la máxima autoridad ejecutiva en la materia para las aeronaves militares y de la Guardia Civil.

"Ninguna aeronave de las comprendidas en este reglamento será autorizada para el vuelo si no dispone del certificado de aeronavegabilidad que le corresponde en vigor", dice taxativamente el reglamento.

El problema es que, exento de toda obligación legal, el Ejército no se había preocupado de disponer de los certificados de sus helicópteros. Si en origen los tenían, la mayoría lo perdieron; bien porque no los renovaron o porque sufrieron modificaciones que obligarían a una nueva certificación.

El decreto estableció un periodo de gracia de tres años para que los ejércitos "armonizaran" la situación de sus aeronaves a lo previsto en el reglamento. Sin embargo, el ministro de Defensa, José Bono, decidió que ninguna aeronave militar volase sin certificado de aeronavegabilidad a partir de la entrada en vigor del reglamento, el pasado 28 de noviembre.

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En Bono pesó el accidente del Yak-42, del 26 de mayo de 2003, en el que murieron 62 militares españoles. Sólo un mes antes de la aprobación del reglamento, el ministro compareció en el Congreso para informar de las irregularidades que rodearon el flete de Yakovlev.

La consecuencia de esta decisión fue la inmediata paralización de la flota de las Fuerzas Aeromóviles del Ejército de Tierra (FAMET). De los casi 150 helicópteros en inventario, sólo 15 tenían la documentación en regla: los Cougar comprados a la empresa francesa Aéroespatiale por el último Gobierno de Felipe González en 1995.

Durante los últimos cinco meses, el Ejército de Tierra ha tenido que operar con el 10% de su flota, distribuida en seis bases y dedicada fundamentalmente a misiones de transporte. Los dos Cougar desplegados en Mostar (Bosnia-Herzegovina) desde hace ocho años han regresado a España este mes y los tres que el Ejército de Tierra destacará en Herat, oeste de Afganistán, el próximo verano serán reforzados con otros dos del Ejército del Aire.

Además, España ya ha comunicado a la OTAN que, aunque mantiene su compromiso de aportar, durante el segundo semestre de este año, el componente terrestre de la Fuerza de Reacción Aliada (NFR), lo que supone hasta 8.500 efectivos, carece en estos momentos de capacidad de helicópteros por lo que, en caso necesario, otro país debería suministrarlos.

Defensa confía en que antes de final de año puedan disponer de toda la documentación los 12 helicópteros Superpuma y los 17 Chinook. Estos últimos, con una capacidad de carga de 10 toneladas, son una de las joyas del Ejército español, pues pocos países europeos disponen de aparatos de este tipo.

En cambio, se da por seguro que algunos helicópteros no volverán a volar; al menos, en el Ejército español. Es el caso, por ejemplo, de los Bolkow (Bo-105) o de los Hache (HU-10), casi 80 unidades entre ambos, pues son modelos antiguos que han sufrido múltiples modificaciones casi imposibles de certificar a estas alturas.

Fuentes de Defensa sostienen que la falta de certificados no significa que los helicópteros no sean seguros. Sin embargo, la siniestralidad de los aparatos más antiguos es, lógicamente, muy superior. Cinco militares fallecieron en Villanueva de los Infantes (Valladolid) en marzo de 2003 al estrellarse un Bolkow; y otros tres en Soto del Real (Madrid) en enero de 2002 en el siniestro de un HU-10.

El problema de la falta de certificados se ha centrado casi en exclusiva en el Ejército de Tierra. Para evitar que esto se repita en el futuro, ingenieros aeronáuticos del Ejército del Aire van a ser destinados a las FAMET.

Helicópteros Chinook en la base de El Goloso (Madrid).
Helicópteros Chinook en la base de El Goloso (Madrid).ULY MARTÍN

Aeronaves militares sin papeles

La obtención de los certificados de aeronavegabilidad para los helicópteros del Ejército es una tarea ardua y, en algunos casos, imposible. El reglamento de noviembre pasado establece un "certificado de tipo", que garantiza que determinado modelo de aeronave, motor o hélice es seguro para el vuelo.

Además, está el "certificado de aeronavegabilidad", que toda aeronave militar debe llevar a bordo durante sus traslados. Este documento identifica, define y califica a una aeronave, tras su inspección en tierra y pruebas de vuelo.

Otros documentos son el "certificado técnico", que otorga el Instituto de Técnica Aeroespacial (INTA), organismo que acredita la realización de los ensayos y pruebas necesarias para el certificado de tipo; el "certificado de conformidad", por el que la empresa fabricante garantiza que su producto cumple los requisitos técnicos; y el "certificado de aptitud", que garantiza que los trabajos realizados en una aeronave o sus componentes cumplen la reglamentación de aeronavegabilidad. El "certificado de tipo" tiene una duración ilimitada, pero deberá obtenerse uno nuevo cuando se hagan modificaciones importantes en aeronaves, motores o hélices.

El "certificado de aeronavegabilidad" tiene una vigencia de un año renovable anualmente. Se perderá por accidente o avería que entrañe una reparación de importancia; por no cumplir en plazo las modificaciones ordenadas, y cuando "se observe una degradación en la seguridad para el vuelo".

Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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