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EL DEFENSOR DEL LECTOR
Columna
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Benedicto o Benito

Enric Cuñat remitió el miércoles desde Valencia el siguiente mensaje: "No sé qué dice el Libro de estilo de EL PAÍS respecto de los nombres de los papas, pero creo que, o se mantiene el nombre original en latín, en este caso Benedictus XVI, o se traduce al castellano como Benito, aunque haya una tradición de Benedictos. El cardenal Montini fue llamado al principio de su pontificado Paulo VI y sólo muy tarde fue normal referirse a él como Pablo VI".

El Libro de estilo no prevé nada sobre el nombre de los papas y, como el diario se publica en castellano, es lógico que se escriban en ese idioma, dado que ya hace muchos años que los nombres de los papas se traducen a las lenguas locales. Sobre la conveniencia de utilizar Benedicto o Benito he recurrido a dos expertos para que expongan sus argumentos.

Félix María Arocena, profesor de Teología Litúrgica de la Universidad de Navarra, explica que en el misal latino figura en el día 11 de julio Sanctus Benedictus de Nursia, que en el misal español aparece traducido como San Benito de Nursia. En el castellano popular, el Benedictus latino ha evolucionado hasta Benito. Sin embargo, en el ambiente curial se utilizó Benedicto cuando el decimoquinto papa con ese nombre fue elegido en 1914. "Se trata de dos momentos distintos de la evolución del idioma", precisa el sacerdote, que agrega: "Sería muy extraño llamar Benito al nuevo Papa, porque la tradición eclesial no lo consentiría".

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Jesús de las Heras, director de la revista Ecclesia, de la Conferencia Episcopal Española, está de acuerdo con esa explicación y recuerda que abundan los nombres que tienen más de una traducción al castellano. Por ejemplo, Yago, Santiago, Jaime y Jacobo son el mismo santo. Señala igualmente que, aunque entre la población hay muchos más Benitos, también hay quien se llama Benedicto y, sobre todo, Benedicta.

El uso de una denominación culta no se da en francés (el Papa es Benoît XVI), en portugués (Bento) o en catalán (Benet). En Italia es Benedetto XVI, pero allí la denominación popular del santo de Nursia es esa, Benedetto.

El padre Félix María recuerda que entre los tres patrones y tres patronas de Europa figuran san Benito, el fundador de la regla benedictina en el siglo VI, y santa Teresa Benedicta de la Cruz, la carmelita de origen judío asesinada en Auschwitz en 1942. El nombre del nuevo Papa, por tanto, tiene doble resonancia europeísta.

Sobre el patrón de Europa, el lector Antonio Peregrín remitió el jueves un mensaje en el que daba cuenta de un error cometido el día anterior en la página 2 del diario. Se decía que el papa san Benedicto II fue canonizado por Pablo VI y proclamado patrón de Europa. "Ambas afirmaciones son erróneas", escribe acertadamente. "A quien proclamó patrón fue a san Benito de Nursia, que ya era santo y no fue papa".

El mismo miércoles hubo otro error, éste en la primera página. En un simpático mensaje titulado No se llama chistera a una boina, Ana Méndez señala que no es exacto que tras el habemus pápam asomara al balcón "bajo la mitra papal un rostro familiar", porque Joseph Ratzinger no iba tocado con una mitra ("toca alta y apuntada", según el diccionario), sino con el solideo ("casquete de seda u otra tela ligera"), como se apreciaba en las fotos.

El martes también hubo un error en la primera, que critica José María Rabanal. En el pie de una fotografía que recogía el momento en que el maestro de ceremonias cerró las puertas de la Capilla Sixtina para dar inicio al cónclave, se atribuía al arzobispo Piero Marini el rango de cardenal, que no tiene. El lector se queja también de que en la página 3, en otro pie de foto, se dijera que los cardenales "leen el solemne juramento" cuando en realidad estaban entonando el Veni creátor.

¿Son muchos errores? Desde que Juan Pablo II falleció el 2 de abril, el tema ha ocupado un centenar de páginas de la sección de Internacional, además de las 24 del suplemento especial que se distribuyó el día 3 y algunas más en otras áreas del periódico. Pero sean pocos o sean muchos, son demasiados errores. Máxime si se tiene en cuenta que la información religiosa sigue siendo un material extremadamente sensible.

Lo demuestran los más de 30 mensajes, electrónicos o en papel, que han llegado al buzón del Defensor del Lector referidos a los hechos del Vaticano. Algunos quejándose del gran volumen de información o tildándola de vaticanista. "¿Cómo piensa cubrir EL PAÍS las páginas de información internacional una vez que deje de darnos la murga con el Papa y la Iglesia?", pregunta Pelayo Molinero. Otro lector, Amadeu Morera, critica ácidamente un editorial titulado Homenaje mundial y dos titulares de primera: El mundo rinde homenaje al Papa que se ha ido (lunes 4) y El mundo confluye en Roma para dar el último adiós a Juan Pablo II (sábado 9). El uso del término mundo "más que hiperbólico es falaz", dice.

Otros lectores han protestado porque consideran que algunos contenidos han sido poco respetuosos con el Papa muerto. Sus cartas se concentraron el lunes y el martes siguientes al fallecimiento y se quejaban sobre todo de los artículos del suplemento especial firmados por teólogos críticos con el pontificado. Casi todos los textos seguían un idéntico esquema, aunque eran distintos. "Publicar nada más fallecer el Papa unos artículos que destilan resentimiento supone una falta de respeto para el dolor de muchos millones de personas", escribió Damián Muñoz Sánchez, un lector de Madrid. "Ante la sensación de orfandad que hoy padece media humanidad, los exabruptos de sus resentidas firmas del domingo no merecen respuesta; sólo silencio", concluía José María Barrio Maestre.

El tema religioso es, con mucho, el que más aparece en los mensajes remitidos al Defensor del Lector desde que sustituí a Malén Aznárez hace tres meses. Este predominio se debe en buena medida a una campaña de protesta contra el programa Lo + plus, de Canal +, que emitió el 15 de diciembre "un vídeo que mostraba cómo cocinar un crucifijo", según el repetido texto. La petición de disculpas no impidió que prosiguiera la campaña contra el canal y todo el Grupo PRISA. En el momento del relevo, Aznárez había acumulado más de 4.000 mensajes y a finales de enero llegaban de 10 a 20 cada día. La recepción ha continuado y aún llega alguno de vez en cuando.

Un segundo tema heredado de la anterior Defensora, también relacionado con la religión, es una carta de Benito Delgado Gracia, un lector amable, tenaz e identificado con la línea del diario, que está en desacuerdo con un artículo publicado el 4 de enero por Rosa Montero. Ni Aznárez ni yo hemos conseguido convencerlo de que la columna dominical del Defensor del Lector no está concebida para acoger polémicas ideológicas, sino transgresiones del Libro de estilo del diario o de las normas deontológicas del periodismo. Insiste en que quede constancia de que considera blasfemas algunas frases de aquel artículo, dedicado al sobrecogedor desastre del tsunami ("ha sido un espanto tan bien dosificado que se diría que Dios es un sádico y eficiente director de escena" es una de ellas). El lector argumenta su opinión en ocho folios.

Después de exponer abundantes errores cometidos por otros, voy a terminar con uno publicado la semana pasada en esta columna. La Unidad Central Operativa de la Guardia Civil la convertí en Unión Central Operativa. Mis disculpas.

Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electrónico (defensor@elpais.es), o telefonearle al número 913 377 836.

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