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Columna
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Festeras

Aún resultará más fácil que entre una feminista en el Colegio Cardenalicio que una alcoyana en una escuadra. Ni de moros, ni de cristianos, que en esto de segregar a medio mundo siempre se han puesto ecuménicamente de acuerdo tanto la mayor parte de las religiones como los viriles atrincherados en rancho aparte. También aquí el bunquer se nutre de presupuestos municipales, (más de 400.000 euros) mientras de los 6.000 festeros de pleno derecho sólo seis son mujeres. Las demás quedan para el boato, muy apropiado. Hoy, última jornada de la trilogía, pienso que las alcoyanas tropiezan con la misma cerrazón y similares subterfugios (aprobación urgente de acuerdos-barrera) que las pescadoras del Palmar, aunque las leyes estén de su parte. El Síndic de Greuges dictaminó incongruencias y declaró hostil al Ayuntamiento por no evitar esta discriminación anticonstitucional respaldada por la mayoría conservadora, con la vergonzosa abstención del grupo socialista. Miguel Peralta, antiguo mandamás local y hoy conseller ¡de Justicia!, dice que "la culpa es de esas cuatro que están montando follón". Molesta que el conflicto esté en los medios desde hace 3 años, y que se haya acudido a los tribunales... Además, estoy segura de que en su fuero interno este prócer también sospecha que las reclamantes participan de una conspiración judeomasónica para acabar con la fiesta más prestigiosa en su especialidad.

Gentes con cátedra están estudiando los porqués de tan encarnizada resistencia masculina. Yo les recomendaría que analizaran igualmente la fuerza que lleva a las mujeres a seguir empujando, pese a los problemas que esta tozudez les acarrea en su vida personal. Alguna incluso se pregunta qué hará después de ganar el pleito, cómo integrarse en una filà en la que no se la quiere y donde casi seguro encontrará el vacío, cuando se supone que de lo que se trata es de pasarlo bien. Durante estos días, la asociación Fonèvol ha promovido una pacífica protesta: arrojar desde los balcones, al paso de las escuadras, kilos y kilos de confetis morados. Típica acción violeta, no violenta. Si fueran ellos los marginados ya habrían desenfundado los arcabuces.

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