Una historia con manchas

El Partido Socialista nació, impulsado por Jean Jaurès, en el congreso celebrado en la sala Le Globe, en París, el 23 de abril de 1905, bajo el nombre de Sección Francesa de la Internacional Obrera (SFIO) el mismo año en que se votó la ley que consagra el laicismo del Estado francés. Jaurès, que entre otras cosas es el fundador, en 1904 del periódico L'Humanité, consiguió unir bajo su liderazgo a los socialistas franceses, pero murió asesinado en plena calle en el barrio de Monmartre, por los disparos de un ultranacionalista, en julio de 1914, muy poco antes de que estallara la Primera Guerra Mundial, a la que se había opuesto radicalmente.

En la década de 1930 el SFIO alcanzó gran relevancia al articular el Frente Popular que llegaría al Gobierno presidido por Léon Blum. Pero tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial, mientras que la mayoría de diputados socialistas pasaba a la clandestinidad, una treintena dio su apoyo al mariscal Pétain y al Gobierno colaboracionista de Vichy, una mancha en la historia del partido que, sin embargo, fue refundado poco después en el marco de la Resistencia.

Acabada la contienda, durante la IV República, la SFIO tuvo un papel preponderante en función del papel de bisagra que le tocó hacer en una Asamblea muy fracturada, pero con el advenimiento de la V República entró en franca decadencia. Fue en 1969, en el Congreso de Alfortville, cuando la SFIO se convirtió en el Partido Socialista, pero no fue hasta el Congreso de Epinay, que consagró a François Mitterrand, cuando se produjo el cambio político. En los primeros años setenta fue aglutinando, poco a poco, a toda la izquierda no comunista. En 1974, Mitterrand quedó a sólo 400.000 votos de la presidencia. En 1981, finalmente, llevó al Partido Socialista al palacio del Elíseo, que no abandonó hasta 14 años más tarde. El Programa Común de la izquierda que había pactado con el Partido Comunista fue abandonado sin ruido, pero sin pausas.