"Falta madurez para actuar contra las amenazas a la recuperación"
El euro cotiza al alza, o, si se prefiere, el dólar a la baja. Pero el interés por esta extraña criatura -la moneda europea- en Estados Unidos es cada vez mayor. La demanda de conferencias de Joaquín Almunia, comisario de Asuntos Económicos y Monetarios de la Unión Europea, es una prueba de ello. Almunia viajó a Washington para participar en las reuniones de primavera del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, pero luego le esperaban un auditorio de think tanks en la capital norteamericana y un grupo de inversores en Nueva York para hablar de la niña bonita: el euro.
Almunia no está conforme, por ello, con el lugar que a él y a su colega, el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, les dispensa el G-7 (EE UU, Alemania, Japón, Reino Unido, Francia, Italia y Canadá). Ambos sólo están presentes de manera parcial en las reuniones de alto nivel. No participan en la cena tradicional, pero al día siguiente entran y salen de la sala de reuniones según los temas a tratar.
"Las advertencias que hemos hecho en esta reunión no deberían ser desatendidas. En tal caso, el riesgo de un ajuste brusco aumentaría"
"EE UU necesita urgentemente que la moneda china, el yuan, se aprecie. Pero todos sabemos que los chinos no van a reaccionar por presión exterior"
"Estamos de acuerdo en el diagnóstico sobre los desequilibrios. Pero no están los asuntos suficientemente maduros para adoptar medidas", dice. Almunia advierte de que los mercados pueden reaccionar frente a los desequilibrios que se acumulan. Antes de terminar la reunión se encontró cara a cara con Paul Wolfowitz, quien asumirá en junio la presidencia del Banco Mundial. Hablaron sólo de política. Al final, Wolfowitz, al saber que Almunia era español, le preguntó: "Usted ¿de qué partido es?". El comisario le respondió: "De sus amigos, los socialistas". He aquí el diálogo que mantuvo Almunia con EL PAÍS en el hotel St. Regis de Nueva York el pasado martes 19 de abril.
Pregunta. Esta reunión del FMI, ¿ha estado a la altura de las dificultades que amenazan la continuidad de la recuperación?
Respuesta. En estos días hemos establecido un diagnóstico común del estado de la economía mundial. Todos lo compartimos. Al mismo tiempo, los asuntos no están lo suficientemente maduros como para adoptar medidas. Yo creo que se acabarán tomando decisiones, pero no es fácil porque a los mecanismos de toma de decisiones vigentes les falta adaptarse a cómo es el mundo actual. En el G-7, China no está; en el Banco Mundial hay un momento de transición, y en el FMI se está avanzando en el diseño de su nuevo papel en el siglo XXI, pero aún no está definido. Y para redondear, la UE tiene una representación de poco protagonismo que no está acorde a nuestra fuerza real.
P. El comunicado del G-7 del 16 de abril es demasiado genérico. El presidente del BCE ha dicho que el párrafo sobre los tipos de cambio fue copiado literalmente de otros comunicados. ¿No es un síntoma de irrelevancia?
R. Veamos. Por un lado en 2004, la economía ha crecido a la mejor tasa de los últimos 30 años. En 2005, aunque las previsiones son a la baja, seguirá el crecimiento por encima del 4% y el comercio en el 8%. Estamos en la senda de la recuperación. Pero dicho esto, es una recuperación que exhibe unos desequilibrios importantes. O se corrigen o harán insostenible su continuidad.
P. Veamos esos desequilibrios.
R. El principal es el enorme déficit exterior que acumula Estados Unidos y, por otro lado, unos excesos de ahorro enormes en China y otras economías asiáticas. Y un tercer factor de desequilibrio es la diferencia entre las tasas de crecimiento entre países. Europa y Japón crecen a tasas muy por debajo del crecimiento de la economía mundial. Esto impide tomar el relevo de la economía norteamericana, que necesita, más pronto que tarde, un ajuste.
P. El presidente Bush presiona en público a China para que deje flotar su moneda. Este cruce de acusaciones recuerda a otras -la desavenencia pública entre EE UU y Alemania sobre los tipos de interés, por ejemplo-, ¿no precipitaron acaso el crash de la Bolsa de Nueva York en 1987? La volatilidad de las bolsas, como la caída del viernes 15 de abril y la debilidad de ayer en Wall Street , ¿no aconsejaría más decisión y menos declaraciones?
R. EE UU necesita urgentemente que la moneda china, el yuan, se aprecie. Pero todos sabemos que los chinos no van a reaccionar por presión exterior. Los chinos anuncian que darán flexibilidad a su moneda, pero lo harán a su ritmo y cuando no les genere problemas. Lo que yo saco en limpio del mensaje de los chinos no es que vayan a posponer sus decisiones. Las tomarán... a su debido tiempo.
P. La declaración del Comité Monetario y Financiero Internacional del FMI hace referencia al riesgo de que se produzca una subida abrupta de los tipos de interés, ¿un riesgo claro en Estados Unidos según se advierte por las presiones inflacionistas?
R. Sin duda, ese riesgo está ahí. No parece lógico que los tipos de interés a largo plazo del dólar se sitúen en los niveles actuales. Si se produce una subida brusca, la desaceleración de la economía norteamericana sería muy rápida. Las advertencias que hemos hecho en esta reunión no deberían ser desatendidas. En tal caso, el riesgo de un ajuste brusco aumentaría.
P. ¿Se podría decir que los mercados no se toman muy en serio esto de los desequilibrios?
R. Cuando los mercados reaccionan, a veces lo hacen de forma súbita. Por tanto, yo no... No sabemos...
P. ... en qué fase de la acumulación de problemas tendrá lugar una reacción, ¿es eso?
R. Sí, es como una presa que va acumulando agua. Se puede producir un desembalse controlado. O bien, en cierto momento, se corre el riesgo de que el agua desborde la presa. En la situación actual debería haber un desembalse controlado. Porque el entorno es de crecimiento de la actividad. Sería más difícil con una recesión a las puertas. El ajuste brusco, por tanto, no es inevitable. Hay margen para una reacción ordenada.
P. Pero esa "reacción ordenada" no parece, hasta ahora, mejorar la situación. ¿No es un ejemplo de ello la depreciación del dólar, pese a la cual el déficit comercial de EE UU se ha duplicado?
R. Sí, es verdad. Lo que sucede con el enorme déficit comercial de EE UU es que la tasa de ahorro de las familias es prácticamente cero y la demanda interna, que no puede ser atendida por la oferta interna, tira de las ventas del resto del mundo. Esto se puede hacer porque EE UU financia su déficit por cuenta corriente atrayendo capitales del exterior, en parte para financiar su déficit público y en parte para suplir la carencia de ahorro. Desde este punto de vista, el tipo de cambio del dólar puede llegar al límite. El día en que los activos en dólares pierdan valor y se perciban como muy difíciles las expectativas de que se pueda recuperar en un tiempo razonable, los inversores dejarán de invertir en dólares. Y eso provocará el ajuste. Una forma de anticiparse a ese ajuste, que puede ser brusco, es reducir el déficit público.
P. ¿La preocupación por el futuro del Estado de bienestar europeo es real? ¿Ha tomado el G-7, por ejemplo, de que en Francia se está desmontando la semana de 35 horas o que en Alemania se ha introducido más flexibilidad laboral?
R. Yo diría que esas críticas han tenido, al final, menos peso que en otras reuniones. En las tareas para el hogar que se identifican en el comunicado del G-7 para EE UU, Japón, China y Europa, se pone más énfasis, en esta ocasión, en la necesidad de reducir los déficit gemelos norteamericanos y se sigue insistiendo en que la moneda china y otras asiáticas vayan hacia la flexibilidad, con menor énfasis en las reformas europeas. Es que Europa está haciendo muchas reformas. El resto del mundo no las percibe porque sus resultados todavía no se ven.
P. ¿Quizá las hipótesis iniciales de crecimiento europeo para este año esperaran un efecto demasiado rápido de esas reformas?
R. Sí, pensábamos en 2004 que a estas alturas ya se iba a ver una recuperación sostenida de la economía europea. Pero han interferido otros factores. La subida del precio del petróleo, por ejemplo, o en cierta medida, la apreciación del euro respecto al dólar. El petróleo ha actuado como freno.
P. El presidente del Banco Central Europeo (BCE) se mantiene en su posición granítica contra una bajada de tipos, contra lo que sugiere, por ejemplo, el Informe Económico Mundial del FM. ¿Es por necesidad de mantener un mensaje inquebrantable dirigido a los mercados?
R. En Jean Claude-Trichet subyace la evidencia de que los tipos de interés europeos están en mínimos históricos, tanto a corto como a largo plazo, en términos nominales como reales. No se puede decir que la política monetaria actúe de manera restrictiva. Dicho esto, conviene apuntar que hoy día los bancos centrales ya no pueden distinguir entre su política y su estrategia de comunicación, que busca ofrecer información y guiar a los mercados. Y la comunicación del BCE insiste, desde hace un año, en que su próximo movimiento -que no sabemos cuándo será- va a ser al alza.
P. Cuando se reúne usted con los ministros del G-7 y mira a John Snow, secretario del Tesoro norteamericano, ¿no se le cruza por la cabeza la apertura de un expediente por déficit excesivísimo a EE UU?
R. [Risas]. Tenemos en Europa problemas de vigilancia presupuestaria, es cierto. Pero cuando escuchas a los norteamericanos no puedes reprimir una idea...
P. ¿Cuál?
R. Que estaríamos en la fase de sanciones [risas].
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