Metro a Barajas
Llegar a la nueva terminal T4 del aeropuerto de Barajas cuando se inaugure el próximo año será un trastorno para cualquier pasajero como resultado del pulso que la Comunidad de Madrid sostiene con el Ministerio de Fomento respecto a quién debe prolongar la línea de metro hasta el nuevo edificio. Si, como ha dicho la consejera de Transportes, el interés compartido por ambas administraciones son los ciudadanos, no se entiende este absurdo desafío.
La presidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre, alega que una conexión entre terminales es competencia de la Administración central. La ministra Álvarez sostiene que la red del metro es responsabilidad de la Comunidad, como se daba por supuesto cuando la presidía Ruiz-Gallardón. Como alternativa anuncia la construcción de una línea ferroviaria de ocho kilómetros entre la estación de Chamartín y Barajas, que no estará terminada antes de 2012 y que costaría más del doble de lo presupuestado para la ampliación del metro. Y que no entraría en servicio antes de dos años; esto es, después la apertura de la nueva terminal.
Aguirre reconoce que el anterior ministro de Fomento, Álvarez-Cascos, ya le transmitió su rechazo a asumir la financiación. La Comunidad ya destinó una partida para la construcción del metro en los presupuestos de 2004 y ha financiado los estudios previos. Lo más incoherente de su actitud es que se haya declarado dispuesta a ceder y costear la obra si Madrid es elegida sede de los Juegos Olímpicos de 2012. ¿Por qué cambiar si está convencida de que le asiste la razón? ¿Es más importante un evento deportivo que los 70 millones de viajeros que pasarán por Barajas en 2006? Una solución alternativa que se atisba es que la obra la realice una empresa privada mediante una concesión administrativa. Lo que no es de recibo es que una disputa política deje la nueva terminal sin línea de metro, cuando la obra puede realizarse en medio año.
