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Elecciones en el PaísVasco
Columna
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Cabalgando el tigre

El incremento de la abstención en los comicios vascos celebrados ayer -un 31% respecto al 21% en mayo de 2001- favoreció comparativamente al nacionalismo radical, que había mostrado ya tras la ilegalización de Batasuna su compromiso militante a través del voto nulo (126.000 papeletas en las municipales de 2003, 104.000 en las legislativas de 2004). La obtención de nueve escaños por el Partido Comunista de las Tierras Vascas (PCTV-EHAK) confirma la tendencia descendente a largo plazo del brazo político de ETA, que consiguió 14 diputados en 1998 y 13 en 1986 y 1990. La densidad social del País Vasco y sus redes informativas -independientes de los medios de comunicación escritos o audiovisuales- contrarrestaron los efectos negativos causados al PCTV por la confusión existente en torno a su identidad político-ideológica y por su corta campaña electoral.

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El PP tratará seguramente de centrar el debate poselectoral en torno a la presencia del nacionalismo radical en el Parlamento de Vitoria, culpando al Gobierno y al fiscal general por no haber impugnado las listas del PCTV ante el Supremo. Pero ese enfoque jurídico-político de la jornada electoral, inspirado por el sectario deseo de hacer un aprovechamiento partidista de los comicios vascos con la mirada puesta en el resto de España, nunca podría negar la evidencia de que el porcentaje de ciudadanos vascos dispuestos a expresar algún tipo de adhesión, simpatía o comprensión hacia la violencia mediante el voto nulo o el respaldo al PCTV continúa siendo muy elevado y obliga a los demócratas a seguir cabalgando el tigre hasta que la fiera desaparezca.

Antes de la irrupción en la carrera electoral del PCTV con el apadrinamiento de Batasuna, que había fracasado en su doble tentativa de presentarse a los comicios con su nombre propio o bajo la tapadera de Aukera Guztiak, la principal -o la única- interrogante de la jornada era saber si la coalición PNV-EA conseguiría en solitario la mayoría absoluta del Parlamento vasco o necesitaría de la ayuda de Ezker Batua (EB) y Aralar para alcanzar o superar el tope de los 38 escaños. Los resultados han quedado muy lejos de esas expectativas. La coalición nacionalista no sólo ha perdido cuatro escaños respecto a los comicios de 2001 (de 33 a 29): juntando incluso sus fuerzas con EB (tres) y Aralar (uno) tan sólo conseguiría empatar a 33 escaños con la suma del PSOE (18) y del PP (15).

La causa del retroceso de la coalición nacionalista (y del antiguo Gobierno tripartito en su conjunto) no ha sido únicamente la concurrencia a las urnas de un PCTV patrocinado por Batasuna. La mayor abstención puede ser interpretada no sólo como un severo castigo al partido que viene gobernando el País Vasco ininterrumpidamente desde hace 25 años, en solitario o con diversas coaliciones (PSOE, EA, Euskadiko Ezkerra, EB); es también un claro gesto de distanciamiento social respecto al proyecto de nuevo Estatuto Político Vasco que fue rechazado el pasado febrero por el Congreso de los Diputados y que el lehendakari Ibarretxe presentó ayer sin éxito ante las urnas para que fuese plebiscitado por el cuerpo electoral.

El PSOE gana cinco escaños respecto a los comicios autonómicos de 2001 (18 frente a 13), gracias a la ayuda de Zapatero, mientras el PP pierde cuatro (15 frente a 19), pese a la brava campaña de María San Gil: no se ha producido, así pues, un juego de suma cero, sino una ganancia, mínima pero significativa.

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