El regreso de Rafa Guerrero

Llegó a haber tres Guerreros en el campo: Javi, en el Racing, que falló lo que tuvo, Julen en el Athletic, al final, que falló otro gol y Rafa, que no falló: fue fiel a sus orígenes y pitó un penalti que desató tres minutos de locura. Se quiera o no, el fútbol, básicamente, es una suma de chispazos. Se juega bien o mal, con ganas o desganado, con pegada o con guantes de seda y luego llega un cortocircuito o un efecto luminoso y el trabajo pasa a segundo plano. Aunque lo haga Rafa Guerrero, el juez de línea más famoso de España.

Casi todo lo hizo el Racing: correr más, disparar al larguero, con un cabezazo de Torrado, plantarse frente a Aranzubia, a través de Javi Guerrero, atacar y atacar, pero llega la prolongación, con el Athletic roto, y pasa todo lo que no está en los manuales del fútbol. Que a cinco segundos del final, el juez de línea (Rafa Guerrero, ¿quién si no?) pita un penalti inexistente de Juanma, que el árbitro se lía a tarjetas, que expulsa a Jonathan, que tres minutos después Orbaiz lo transforma aunque el balón entre tosiendo y pidiendo disculpas. Y que había más. Por ejemplo, dos minutos después, el Racing saca una falta y el portero Aouate se va al área. Se saca y se despeja, se vuelve a centrar y golpea en un jugador rojiblanco, se vuelve a centrar y vuelve a golpear en un rival, y Aouate que sigue allí plantado en el área rival, levantando el brazo y pidiendo el balón. Pero el balón cae en en los pies de Tiko, que tras dar dos pasitos hacia adelante, levanta la cabeza y manda mansamente el balón a la red, vacía, abandonada. Lo que no había ocurrido en el tiempo reglamentario se soliviantó en una accidentada prolongación.

El Racing se jugaba la honra, tras salvar prácticamente la categoría y el Athletic el aprovechar los errores de sus rivales europeos para seguir vivo en la Liga. Ni uno ni otro hicieron los deberes en el juego. El Athletic, por timorato en la primera mitad y por fallón en la segunda (como si le pesaran las botas), y el Racing por falta de pegada y puntería. Tiene el Racing ese aspecto de los equipos aseados a los que, sin embargo, les falta perfume. Por eso no ganó a un Athletic que se antoja impreciso. Probablemente, perdió por una decisión discutible (el penalti de Juanma) aunque antes Regragui le hiciera uno de libro a Ezquerro y posiblemente afeó su conducta con el segundo gol, más propio de un colegio que de un campo de Primera. Posiblemente, el Athletic se encontró con una victoria en la que no creyó.