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Reportaje:

Cómo ahorrar un 25% de combustible

Marcos Baeza

El consumo total de combustible en un viaje de Madrid a Alicante, un trayecto de 420 kilómetros, se podría reducir en cuatro litros sólo con mantener desconectado el aire acondicionado. Y si durante el recorrido se evita reducir a cuarta velocidad y se afrontan las subidas y cambios de pendiente de la autopista en la quinta marcha, sería posible ahorrar hasta dos litros más. Así, un coche que gastase ocho litros cada 100 kilómetros podría consumir seis litros menos al final del viaje simplemente con que su conductor aplicara estas técnicas económicas. El desplazamiento de Madrid a Alicante supondría entonces un consumo aproximado de 28 litros, frente a los 34 litros que se necesitarían con un estilo de conducción clásico. Un ahorro energético importante que agradecerá tanto el bolsillo del conductor como el medio ambiente.

El IDAE (Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía) y el RACC, uno de los principales clubes del automóvil de España, se han aliado para difundir las ventajas de la conducción económica. Las dos entidades colaboran impartiendo cursos sobre las técnicas que permiten reducir el consumo. Incluyen clases teóricas y prácticas, tienen una duración de unas cuatro horas y se desarrollan en el núcleo urbano y en los alrededores de varias capitales españolas, principalmente en Madrid y Barcelona. Las inscripciones pueden realizarse en el teléfono 902 45 24 52 y en la página www.racc.es. Están subvencionados por el IDAE, por lo que sólo cuestan 28 euros.

Según estos organismos, las técnicas de conducción económica pueden reducir el consumo de cualquier automóvil entre un 10% y un 25%.

Ruedas y cambio, dos de las claves

La presión de los neumáticos es el primer elemento que incide en el consumo. Si se circula con una presión demasiado baja, las ruedas ofrecerán más resistencia al avance y el motor necesitará utilizar más potencia para mover el coche. Además, un neumático poco inflado tiene mayor riesgo de sufrir un reventón. Por ello, y para conseguir los mejores resultados, conviene hincharlos a la presión máxima que señale el fabricante, la recomendada para circular a plena carga.

Una vez en marcha, el uso que se haga del cambio es otro factor determinante. Así, conviene circular siempre en la marcha más larga posible para mantener el motor a bajas revoluciones. El IDAE y el RACC recomiendan cambiar entre 2.000 y 2.500 vueltas en coches de gasolina, y entre 1.500 y 2.000 en los diésel. Y utilizar la primera velocidad sólo para iniciar el movimiento: la segunda se debe insertar a los pocos metros. En las reducciones, la misma receta: ir parando el coche con el freno y reducir en el último momento, y no al revés. Con esta técnica no sólo se reduce el consumo, sino que se mejora también el confort acústico. Según ambas entidades, un coche a 4.000 revoluciones hace el mismo ruido que 32 automóviles con el motor a 2.000 vueltas.

El tipo de cambio es también importante. Los coches automáticos consumen más que los manuales, y cuanto más veterano es el cambio y menos marchas tiene, mayor es la diferencia. La media actual se sitúa alrededor de un litro más. Pero los últimos cambios secuenciales (como el DSG, del grupo VW, y el Sensodrive, de Citroën) han logrado homologar un consumo hasta medio litro inferior, sobre todo en ciudad.

Ojo a los equipajes en el techo

La aerodinámica también es clave para rebajar el consumo. Si el viaje Madrid-Alicante se hiciera con las ventanillas abiertas, el coche gastaría un litro más cada 100 kilómetros. Por la misma razón, llevar equipajes en el techo aumenta también el consumo: a 120 km/h. un bulto con mala aerodinámica puede elevar el gasto de carburante hasta un 39%.

Al margen de todos estos consejos, la primera medida para reducir el consumo es tener el coche siempre a punto. En este sentido, no retrasar los cambios de aceite y filtros mantiene limpio el motor y ayuda a obtener el máximo beneficio cuando se aplica una conducción económica.

La conducción económica reduce los costes y las emisiones en todos los escenarios: ciudad, carretera y autopista.
La conducción económica reduce los costes y las emisiones en todos los escenarios: ciudad, carretera y autopista.DON JOHNSTON

CONSEJOS BÁSICOS

ANTES DE CONDUCIR

- Revisar la presión de los neumáticos y poner la que indique el manual del fabricante. Si el coche ha circulado varios kilómetros antes de hacerlo, subir la presión tres décimas por encima de lo señalado.

- Evitar llevar bacas y equipajes en el techo. Si es imprescindible, conviene colocarlos de forma aerodinámica. Las espátulas de los esquís, por ejemplo, deben ir hacia atrás. A 120 km/h., un bulto grande mal colocado puede incrementar el consumo más de un 30%.

EL COCHE DESAPROVECHA EL 68% DE LA ENERGÍA

EL COCHE SÓLO llega a aprovechar el 32% de la energía que contiene cada litro de gasolina o gasóleo. El 68% restante se pierde por el propio funcionamiento de la mecánica. Practicar una conducción económica ayuda a reducir el despilfarro energético.

El 62% de la energía se malgasta ya en el interior del motor, por el calor de la explosión y la fricción de las piezas. Y al llegar a la transmisión (cambio y embrague) se pierde otro 6%, sobre todo por rozamientos. Así, las ruedas sólo reciben un 32% de la energía inicial. Sin embargo, este análisis sólo es válido en condiciones ideales de circulación: se arranca y en marcha, sin paradas intermedias. Los trayectos urbanos, con semáforos y atascos que hacen que el motor gire al ralentí mientras el coche está parado, añaden otro 17% de pérdida. Por eso, al final las ruedas sólo cuentan con el 15% de la energía para poder mover el coche.

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Sobre la firma

Marcos Baeza
Redactor de Motor, especializado en producto y tecnología. Ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS, desde 1998, ligado siempre al automóvil. Sigue la actualidad del sector, prueba los nuevos modelos que llegan al mercado y analiza las tendencias y tecnologías asociadas, como la nueva movilidad eléctrica.

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