La sombra de Batasuna marca el fin de la campaña y se proyecta más allá del 17-A
La entrada en escena de EHAK quiebra las expectativas de mayoría absoluta para PNV-EA
La campaña electoral vasca, que se cerró ayer, ha estado jalonada por las maniobras de Batasuna para sortear la ilegalización y la búsqueda de un resquicio para dar utilidad política a los votos de la izquierda abertzale. Lo ha encontrado en las candidaturas prestadas por el inédito EHAK (siglas en euskera del Partido Comunista de las Tierras Vascas), que puede romper los esquemas previos dibujados por el resto de los partidos. De sus resultados depende, en buena medida, que Juan José Ibarretxe disponga o no de mayoría absoluta en la próxima legislatura, pero también otras consecuencias no previsibles ahora.
"Batasuna ha conseguido superar la ilegalización", se ufanaba ayer su dirigente Jone Goirizelaia, al tiempo que lanzaba la penúltima llamada a sus fieles para que voten a EHAK. "Os juro que no me he vuelto loco. Voy a votar al PCTV-EHAK", apelaba a los abertzales más reticentes el histórico Jon Idigoras, en una carta en Gara.
Situada ante el momento más crítico de su historia -la pérdida de su último reducto institucional, el Parlamento vasco- por su supeditación a la estrategia de ETA, la izquierda abertzale ha exprimido toda su imaginación para evitar su muerte civil. Y ha encontrado su salvavidas en unas siglas de ocasión, después de haberlo intentado en primera instancia con la agrupación de electores Aukera Guztiak (AG).
La alternativa de EHAK no le permite llevar a candidatos propios a la Cámara de Vitoria, pero sí hacer oír su voz y dirigir a distancia el voto de los parlamentarios que obtenga. Esta mínima salvación se ha acogido como una inesperada victoria desde Batasuna, que está trabajando como si de una candidatura propia se tratara. Si consiguiera retener las dos terceras partes del desastroso resultado de 2001 (143.139 votos, 80.000 menos que en su gran momento de 1998), y con una más baja participación electoral que la de hace cuatro años, los expertos ven factible que EHAK obtenga la media docena de escaños que le otorgan algunas encuestas y prolongue más allá de la noche electoral el protagonismo que ha ejercido desde que el pasado día 2 tomó el relevo de las anuladas candidaturas de AG.
La entrada en escena de EHAK ha obligado a la coalición PNV-EA a reformular su objetivo primero -la mayoría absoluta (38 escaños)- sin desdecirse de su discurso público contrario a todas las ilegalizaciones. Porque esa meta sólo era matemáticamente conquistable con la disponibilidad de los escaños dejados por la ilegalizada Batasuna y un nuevo mordisco por parte de Ibarretxe a la reserva de votantes que mantiene la izquierda abertzale; dos variables ya impugnadas. Incluso la consecución de esa mayoría con el refuerzo de Ezker Batua se ve cuestionada, de ahí que el peneuvista Joseba Egibar plantee como "un triunfo" para la coalición nacionalista conseguir al menos un escaño más de los que sumen el PSE y el PP por su lado. Una aspiración, en cualquier caso, mucho más modesta que el "clamor" popular que el lehendakari daba por seguro para forzar la negociación de su plan.
Con la jugada de EHAK, la formación de Otegi ha logrado animar a los suyos y evitar el testimonialismo de los votos nulos. Pero no está exenta de riesgos para la izquierda abertzale. No tanto por la advertencia de una posible ilegalización posterior hecha por el fiscal general del Estado, que no afectaría a los parlamentarios electos, como por el solapamiento que en el día a día puede producirse entre el partido ilegal y la formación que va a representar oficialmente sus votos.
La dependencia de ETA
En cualquier caso, la salida buscada in extremis por Batasuna ante la cita electoral, no resuelve el problema estructural, que aqueja a la izquierda abertzale y que le ha llevado a su actual situación. Fundamentalmente, la dependencia de la estrategia de ETA, sumida a su vez en una crisis inédita debido al cerco policial al que está sometida en España y Francia y a la creciente deslegitimación del terrorismo. Pero, también, la pérdida del referente de la radicalidad nacionalista, que le ha arrebatado en los últimos años la apuesta soberanista del PNV.
Según algunos observadores, la presencia vicaria de EHAK en el Parlamento puede acelerar las contradicciones ya instaladas en el seno de la izquierda abertzale y que le han llevado a que, después de muchas décadas, los intereses de los militantes de Batasuna y los de ETA sean abiertamente divergentes.
Ilegales, pero muy presentes
Batasuna ha disfrutado en la campaña electoral de un protagonismo desmesurado, que ni de lejos hubiera tenido en el caso de haberse podido presentar con sus listas. Como observó un corresponsal extranjero desplazado al País Vasco, pocos partidos ilegales en el mundo son capaces de celebrar a diario la cantidad de ruedas de prensa y actos públicos que han desarrollado estos días Arnaldo Otegi y lo suyos en nombre y representación de Batasuna.
A ellos hay que sumar los realizados por Aukera Guztiak y EHAK, en los que la formación ilegalizada estaba absolutamente presente por omisión. Por no hablar de la publicidad indirecta recibida del debate omnipresente entre los demás partidos sobre si era necesario o indebido impedir su participación electoral o la de una formación alquilada.
Lo cierto es que esta presencia consentida difícilmente lo habría sido si ETA hubiera irrumpido en la etapa preelectoral con un atentado mortal. Ésa ha sido la auténtica gran novedad de la campaña: que ha estado precedida del más amplio periodo sin asesinatos que se registra en Euskadi desde 1968.
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