Frustración turística en Córdoba

Es Domingo de Ramos, 20 de marzo, acompaño a Raúl, cicloturista catalán que ha elegido como primera pieza de su recorrido de vacaciones la ciudad de Córdoba. Quiere hacer la ruta del Califato en bici. En su peregrinar por oficinas de turismo le comunican que los folletos informativos de esta ruta llevan tiempo agotados y sin reedición. Para suplir su frustración le propongo diferentes visitas en la tarde temprana de un domingo desmesurado, un torbellino de turistas por la zona del casco histórico. Te voy a llevar a que veas una joya única de la arquitectura civil, Palacio de Viana; pero los domingos no es visitable en todo el día, permanece cerrado. La entidad bancaria que lo administra a pesar de su espiral geométrica de beneficios no tiene posibilidades de abrir los días de mayor visita turística.

Como con la bici se desplaza uno tan rápido, le digo vamos a la otra punta del casco a visitar un museo singular, el del pintor Julio Romero de Torres, único en el mundo, pero las tardes de los domingos no abre. Como ciclistas amantes de los espacios libres nos dirigimos a visitar los jardines del Alcázar de los Reyes Cristianos. Pero también está cerrado los domingos por la tarde.

Amenaza el coitus interruptus turístico y le propongo para aliviar la tarde y deshacernos de energías negativas hacer una pequeña ruta cicloturista por el canal que conduce a Madinat Al-Zahra. Obedece al denominador común: los domingos por la tarde tampoco es visitable. Raúl viene de Barcelona y me comenta que en la ciudad condal los monumentos y museos presentan un horario más amplio de visitas los domingos por la tarde que el resto de los días.

En Córdoba, un domingo parece que nada es visitable. Al menos el arcángel San Rafael monta guardia en el puente romano, le comento lo que nos costó que esta joya se hiciera peatonal y el deseo de Córdoba de aspirar a capitalidad cultural europea en 2016. En medio de su frustración turística, noto una sonrisa irónica en Raúl que me obliga a bajar los ojos al suelo de adoquines-trágame. A veces hay que cerrar las puertas desde dentro.