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Reportaje:FÚTBOL | 31ª jornada de Liga: el gran clásico

Un clásico extremista sin Figo

Un año después de derrotar al Madrid y echar a volar, el Barça vuelve al Bernabéu con un plantel mejorado ante un rival que va a peor - Luxemburgo, sin centrocampistas y con el portugués en el banquillo, propondrá un partido a todo o nada que resolverá el tiempo que le queda al campeonato

Ramon Besa

Un año después de certificar la derrota del Madrid en la Liga con un delicioso gol de Xavi, el Barça acude de nuevo al encuentro del estadio Bernabéu con un plantel mejorado y un adversario que va a peor. Los azulgrana han alcanzado desde entonces una posición tan privilegiada que su liderato no depende del encuentro de hoy, sino que todavía puede descontar otras dos jornadas a falta de ocho para finalizar el torneo. Tiene el Barça un equipo ya hecho y, simplemente, necesita reforzarse, tarea para la que, por otra parte, sólo debe proceder en el sentido contrario al que tomó en el mercado invernal y reencontrar la vía trazada en el pasado verano.

La política de la junta de Joan Laporta viene marcada por la determinación con la que actuó tras convencerse en Madrid de que tenía equipo para levantar el vuelo. El Barça ha planeado a gusto, tras blindar a Ronaldinho, con fichajes como el de Eto'o. El uno y el otro fueron despreciados por el club de Florentino Pérez, que se conformó con Owen, un jugador liviano frente a Figo y Ronaldo, los dos ex azulgrana sobre los que edificó su iglesia. A la espera de que hoy coma y dé de comer, el brasileño se ha quedado seco y el portugués será suplente, síntoma de que desde la última visita azulgrana ha habido muchos cambios en el Bernabéu y, entre ellos, el de entrenador hasta cuatro veces.

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La sensación es que, mientras Frank Rijkaard dispone de largo del mejor equipo del campeonato, Vanderlei Luxemburgo cuenta con jugadores de sobra para ganar el partido, tantos que en un gesto tremendista ha prescindido para la alineación de Figo, el futbolista que ha capitalizado cuantos clásicos se han jugado desde su partida del Camp Nou, en julio de 2000, cuando ambos clubes convinieron en que en la figura del luso estaba el símbolo del traspaso de poderes, de la prepotencia de unos y de la impotencia de otros, de la pasión con que se viven sus duelos.

Al grito de Roma no paga a los traidores, el técnico brasileño ha pegado el tiro de gracia a Figo, que ha cedido el protagonismo inicial del partido a Eto'o, un desertor de la causa madridista por sentirse tan ninguneado como Luis Enrique. La decisión de Luxemburgo resulta sorprendente si se atiende a la importancia que tiene el encuentro para el Madrid y la capacidad de Figo para manejarse en situaciones de responsabilidad.

La alineación madridista confirma que el Madrid necesita rehacerse frente a un Barça que juega en paz consigo mismo. A los azulgrana les anima tanto la presión de su hinchada como la necesidad de rematar la Liga cuanto antes, y no hay mejor campo para coronarse, aunque sea virtualmente, que el de su enemigo natural. Jugará el Barça de favorito en un escenario muy culé por la manera como el Madrid se ha enredado. Así las cosas, cabe cualquier resultado.

Incluso el Madrid habla bien del Barça, de su juego y de sus futbolistas y le invita a vencerle en su casa para certificar su reinado o, en caso contrario, exponerse a la misma tortura por la que está pasando desde que se venció a sí mismo, ante el Zaragoza, en la final de Copa de Montjuïc, hoy terreno del Espanyol y que en el futuro piensa ocupar la parte del Barça que no quepa en el Camp Nou. El Barça le ganará al Madrid en la medida en que se parezca al Barça, un equipo agresivo con la pelota, especialmente dinámico, que se defiende con el ataque. Aunque recupera a Márquez, decisivo como corrector de las deficiencias defensivas, las lesiones de Puyol y Ronaldinho le tienen preocupado. La aportación de los solistas se considera decisiva por la falta del futbolista orquesta. Nadie como Deco, sancionado, interpreta el juego que quiere Rijkaard y que necesita el Barça, como se vio, por ejemplo, ante el Chelsea. Deco comete faltas, marca goles, hace de todo y todo lo hace bien.

Igualmente mermado aparece el Madrid ante las bajas de Samuel y Guti. Por la ausencia de centrocampistas, se supone que Luxemburgo propondrá un partido abierto, directo, expuesto al todo o nada, entregado a Ronaldo, a Zidane o a Raúl y amparado en una gran carga ambiental.

El Madrid se entregará a sus futbolistas y el Barça al equipo en un clásico extremista por la naturaleza de ambos clubes. A los blancos sólo les vale ganar. Los azulgrana, mientras tanto, piden el triunfo para que, humillado Figo por el Madrid y prescrita de alguna manera la clausura del Camp Nou por la cabeza de cerdo que voló y se utilizó como muestra de la rabia barcelonista, Eto'o recoja la bandera del nuevo jerarca del fútbol español, toda vez que el Deportivo ha envejecido y el Valencia anda extraviado. El gran clásico decidirá por una vez el tiempo de vida que le queda a la Liga.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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