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Los reformistas egipcios temen que el atentado frene su campaña

Dos turistas extranjeros y un nacional resultan muertos en el ataque en El Cairo

El atentado del jueves en El Cairo amenaza más a la tímida apertura política que a la industria del turismo. Ayer, a la comprensible preocupación que expresaban los comerciantes de un Jan el Jalili desierto, se sumó la de los activistas pro-reforma, que expresaron su temor a que las autoridades utilicen el ataque para recortar sus actividades y rechazar la abolición del estado de emergencia. El ataque se saldó finalmente con tres muertos, dos de ellos turistas extranjeros, y el tercero, un egipcio, el probable suicida.Tres estadounidenses y dos franceses seguían hospitalizados.

"Algunos de nosotros creemos que se trata de un complot para quitar presión al Gobierno; otros, que sólo es una coincidencia, pero todo el mundo piensa que el Gobierno va a utilizarlo como una excusa para arrinconarnos", declaró Mazen Mustafá, activista de Kifaya. Ese movimiento, los Hermanos Musulmanes y el Partido Ghad (liberal) condenaron el atentado, pero subrayaron que no va a distraerles de su campaña pidiendo más democracia.

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Kifaya, palabra árabe que significa basta y que el movimiento egipcio copió de las manifestaciones antisirias de Líbano, ha organizado una serie de manifestaciones contra el régimen de Hosni Mubarak sin precedentes en Egipto. Bajo esa presión, y la de Estados Unidos, el presidente egipcio aceptó recientemente abrir a otros candidatos la carrera electoral a la presidencia. Aunque nadie cree posible arrebatarle su quinto mandato en los comicios de septiembre, el éxito de la movilización ha animado a los reformistas a pedir el final del estado de emergencia, en vigor desde el asesinato de Anuar el Sadat en 1981 y que, entre otras cosas, prohíbe las manifestaciones, permite la detención sin juicio, o la censura y cierre de periódicos por motivos de seguridad nacional

"Es casi seguro que usarán el atentado para mantener el estado de emergencia", admitió Mohamed el Sayed, subdirector del semioficial Centro de Estudios Políticos y Estratégicos Al Ahram.

La policía egipcia, que ayer no se había pronunciado sobre el posible carácter suicida del ataque (que se atribuyó un grupo desconocido en Internet) y seguía estudiando los restos de la motocicleta en la que se instalaron los explosivos, extremó la vigilancia sobre todos los lugares turísticos. Aunque el triple atentado del pasado octubre no ahuyentó a los visitantes, las autoridades son conscientes de que aquella operación tuvo carácter antiisraelí y aún recuerdan la ruina económica que trajo la oleada de atentados islamistas de mediados de los noventa. El turismo proporcionó 5.000 millones de euros el año pasado y el Gobierno planea duplicar los casi ocho millones de visitantes alcanzados a mediados de la próxima década.

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