Seguidismo
El PP andaluz, que tendría que hacer una oposición creíble e intentar ganar las próximas elecciones, está desandando el poco camino que le permitió recorrer Aznar. El planteamiento de Javier Arenas, consistente en su intento de destruir el honor y la imagen de todo político que no se les sume, con el apoyo de su secretario general, llevan (ahí están las encuestas de febrero) a la pérdida de parte de su electorado. La ciudadanía no está ni con ésta ni por esta labor. La visceralidad y la difamación no las asumen. La mentira siempre es mentira. Se ha visto en las últimas elecciones generales. El maestro en estos menesteres no está. Sus mentiras, su agresividad contra todo lo que no sea suyo y sus manipulaciones les han echado. Lo mismo está empezando a sucederle a Berlusconi y por suerte, para Italia y para él, sin un video en el que esconder su fracaso.
No se puede engañar. La sociedad no se deja. No hay salvadores. Menos aquellos que, en lugar de salvarnos, nos metieron en un infierno. Ahora, algunos de los mismos, están en Andalucía. Siguen las enseñanzas de aquél. No les importa Andalucía. Es indiferente que en el resto de España se piense que la sinvergonzonería es el estilo del gobierno andaluz. Deseos se elevan a rango de certeza. Tiene que parecer que es así. Aquellos barros de gobierno han traído estos lodos. Lo vimos entonces. Lo enseñaron con la guerra de Irak y lo enseñaron con el decretazo. Son algunos de los que ahora -dicen- hacen oposición. No cambian. Si antes fue la mentira y el hacer daño a Andalucía, en su deuda histórica y en su campo con el decretazo, ahora lo mismo. Toca enmierdar la vida pública. Lo hicieron antes, lo hacen ahora.
No se pueden generalizar comportamientos individuales en un ámbito como el penal. Es antijurídico y regresivo. Lo saben. Cualquiera lo sabe. Los delitos agotan sus efectos penales en sus autores. No en terceros. El Derecho no está por volver a estos posicionamientos. No se puede hacer de la crispación y las mentiras dogmas de fe político para alcanzar el poder.
Sin embargo es el camino que estos dirigentes de viejo cuño siguen. Como Otegi, y sus seguidores. Solo son vascos y honestos los que piensan y los que actúan como ellos piensan. Ellos sabrán. Los demás, también.
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