Una provincia en tres calles
La Feria de los Pueblos y Ciudades de Málaga acerca la más sabrosa gastronomía, la artesanía y el turismo
El cabezal de lomo mechado es una receta de la abuela de Nuria Vargas, pero la estrella de su puesto de productos cárnicos sigue siendo el relleno de chorizo, una receta de su madre. "La masa de chorizo se hace un rollo y se cuece en vino, laurel y especies naturales. El sabor es exquisito y tradicional de la chacinería malagueña, pero al mismo tiempo resulta exótico, por la presentación en espiral que hemos conseguido", cuenta orgullosa mientras da a probar las zurrapas y la morcilla casera. Vargas presenta como cada año su empresa familiar Molino de Calderón, de Cártama, un pequeño pueblo de Málaga, en uno de los 253 expositores de la Feria de los Pueblos y Ciudades que se celebra hasta el domingo en el Palacio de Ferias malagueño.
El recibimiento al visitante es peculiar. La primera imagen que éste recibe es una proyección multimedia con las fotos de la infancia de los políticos malagueños. "Hemos pretendido humanizarlos para acercar la clase política al visitante", justifica el director de la muestra Javier Conejo. A su izquierda, unas ancianas hacen cola para adquirir el regalo con los 0,02 litros del mejor aceite de la provincia, ganadores del concurso anual. "Espero lo que haya que esperar por algo gratis", confiesan.
Los cien pueblos de la provincia de Málaga, excepto Marbella y Fuengirola, están presentes, a través de las nueve comarcas, en esta cita anual que la Diputación organiza para promocionar el turismo y la gastronomía malagueñas, además de intentar concienciar acerca de la igualdad entre hombres y mujeres. Para romper el aislamiento de ciertos pueblos y que el comercio se torne más dinámico, la organización ha buscado que la población del interior acuda en masa y ha dispuesto 80 autobuses que harán rutas gratuitas a diario, a pesar de que la mayoría de los 200.000 visitantes esperados vendrán desde la capital durante el fin de semana. En la inauguración de ayer, el grupo de teatro Laraña amenizó los pasillos con el espectáculo Ropa Tendida, pero hasta el domingo habrá una representación de danza, teatro, pasacalles y acciones circenses cada dos horas.
Uno de los expositores más logrados es el de la comarca del Guadalhorce, donde unas cápsulas gigantes simulan ser las naranjas de la comarca, de muy buena calidad. En una de estas cápsulas está la Virgen de los Remedios de Cártama, que al igual que el resto de atractivos, rueda por el suelo cada vez que los visitantes dan vueltas para descubrir las bondades de la comarca. La feria vende excelencias turísticas, pero los expositores más concurridos siempre son los que promocionan la gastronomía. Quesos, vinos, aceites y embutidos congregan las mayores colas.
"Los aceites son excelentes, especialmente el de Torrox, y en Ardales tienen un pan del que nunca había oído", Antonio Mateo, vecino de Málaga, dice que se ha convertido en todo un experto culinario después de acudir durante las últimas ediciones. Mientras se detiene en el puesto del apicultor Fernando de Miguel, cuyas abejas recogen néctar de seis clases distintas de flores como romero y tomillo, Mateo explica que la gente viene de la sierra para ver su pueblo representado y comprar "de todo" "y en una mañana".
No todo es comida en la feria y junto al escenario que acoge las actuaciones habrá un taller de graffiti que se impartirá para los escolares durante el fin de semana. En frente de los artistas del spray está Principia, un expositor del centro de ciencia interactiva que con el sugerente aunque algo manido lema de "prohibido no tocar" busca que el visitante se familiarice con los trucos y leyes de la física.
"Manolo, entra y plancha", animaba una señora a su marido mientras le empujaba para que entrara en uno de los talleres más singulares de la feria, el Taller de Tareas de Hombres, organizado para concienciar del reparto de tareas domésticas. En este taller los hombres planchan y cocinan, y en la puerta de al lado las mujeres aprenden bricolaje y cómo cogerle el truco a poner una rueda de un coche. Manolo se resistía y clamaba "! pero si yo vivo arrugao !", pero finalmente le convencieron. "Es más fácil de lo que parece", decían. Dentro Paco Aguilar, estudiante de Económicas, atendía instrucciones para coser los bajos del pantalón. "Cuando no esté mi madre querré salir y me tendré que coser todo yo solito". Por el pasillo dos chicas jóvenes le sonreían a través del cristal.
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