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CiU condiciona su apoyo al Estatut a que Maragall no convoque elecciones antes de su aprobación en Madrid

Los nacionalistas quieren un compromiso firmado del presidente catalán

Enric Company

Antes de dar su aprobación al proyecto de reforma del Estatut, Convergència i Unió (CiU) exigirá un compromiso solemne a los tres partidos que forman el Gobierno de la Generalitat y al propio presidente, Pasqual Maragall, de que no convocará elecciones anticipadas durante el periodo en que transcurra la negociación del proyecto con el Gobierno español y las Cortes. Los nacionalistas catalanes quieren asegurarse de que Maragall no hará como el lehendakari, Juan José Ibarretxe, que intenta convertir las elecciones vascas en un plebiscito sobre el nuevo estatuto político de su comunidad sin haberlo negociado con el Gobierno español y sin la aceptación por las Cortes.

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Esta condición fue anunciada el lunes por el vicepresidente primero del Parlament y miembro de la ponencia parlamentaria redactora del Estatut, Ramon Camp. En un debate celebrado en la sede de la entidad Òmnium Cultural, el diputado nacionalista dijo que su partido teme que los socialistas quieran adelantar las elecciones autonómicas para celebrarlas antes de que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y el PSOE se hayan visto obligados a definirse definitivamente sobre la propuesta catalana.

En este debate participaban también diputados de la ponencia de los demás partidos. Tanto la socialista Lidia Santos como la republicana Teresa Aragonès y el ecosocialista Jaume Bosch expresaron su convicción de que no habrá problemas para dar a CiU la garantía que reclamaba Camp.

Los asistentes al debate en Òmnium Cultural criticaron la actitud recelosa y renuente de CiU en la elaboración de la reforma. Según explicaron varios de los asistentes, quedó claro que Convergència i Unió teme que Maragall intente repetir en Cataluña la actuación del lehendakari Juan José Ibarretxe, que se ha lanzado a la campaña electoral con la bandera del nuevo estatuto político de su comunidad antes de que sea una realidad asumida por el Estado. Si CiU da sus decisivos votos en el Parlament al proyecto de nuevo Estatut, no le quedaría más remedio que compartir la campaña de Maragall en defensa del mismo.

Estos recelos están en la base de la falta de entusiasmo de CiU ante los avances de la ponencia, que tiene ya redactado en primera lectura el grueso del proyecto de reforma, salvo el título relativo a la financiación. Los demás ponentes están convencidos también, como los de CiU, de que quedan todavía muchos obstáculos por superar, pero creen que el único capítulo pendiente capaz de bloquear realmente todo el proceso en el Parlament es el relativo a la financiación de la Generalitat.

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Los votos de CiU en el Parlament son imprescindibles para la aprobación del proyecto, para el que se requiere una votación favorable de dos tercios de la Cámara. La dirección de CiU se esfuerza estos días en demostrar que ha superado la tentación de impedir que el tripartito y Maragall puedan apuntarse el éxito de lograr que la reforma se apruebe durante su etapa de gobierno.

Al mismo tiempo, sin embargo, CiU ha incrementado la expresión pública de su desconfianza en Maragall desde que hizo su alusión pública al cobro de comisiones por los Gobiernos de CiU. Pero además teme las dilaciones y dificultades que puedan surgir en la negociación del proyecto de reforma con el Gobierno y su tramitación en las Cortes. Quieren asegurarse de que "el PSOE no se podrá escapar", dijo un diputado de CiU.

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