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Columna
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Paté de campaña

¿No se notan más cambiados? Pues claro, ahora bien, si lo achacan a la primavera les aseguro que se equivocan, su nuevo tono se debe a que hemos pasado de la pre-campaña a la campaña propiamente dicha. Es lo mismo que ocurre cuando uno pasa del sucedáneo de angula a la angula de verdad, un imposible, perdón, me refiero a que el único motivo de alegría es que nos hallamos más cerca del fin. Y también a que no volveremos a ver reírse a carcajadas a la representante de la efímera AG, aunque no si eso es bueno porque resultaba muy deportivo que se riera de lo mal que les iba a menos que se estuviera riendo de que mientras les ilegalizaban alguien metía de matute otra lista blanca -¿de dónde sacarán dinero para tanto suavizante, digo, detergente?- porque según dicen a la judicatura se le habría colado la lista denominada Partido Comunista de las Tierras Vascas vinculada al parecer también a Batasuna, aunque lo que se han ahorrado en marketing para encontrar semejante nombre (no parece sino que se lo haya puesto el enemigo) les vendrá bien para gastárselo en tranxilium porque resulta difícil imaginar que las masas vayan a precipitarse detrás de semejante apelativo, todo ello con permiso de ese auténtico comunista -creo- pero auténtico paladín de la modestia que asegura en sus gorgoritos de salida de campaña que "el único que defiende hoy de verdad el derecho a decidir" de los vascos es él mismo, estoy hablando de Madrazo, por supuesto.

Y por aquello de no apearnos de las risas y ni siquiera de las sonrisas, tengo que hacerles partícipes del estupor que me ha causado cierto cartel electoral del PNV. En él aparece muy sonriente y con esa cara de pan bendito que sus iluminaciones le han modelado, nuestro muy dilecto lehendakari. Hasta ahí todo correcto, lo raro empieza con el mensaje que le han puesto junto a la cara. No, no se rían todavía, ¿querrán creer que dice textualmente: Todas decidimos? Sí, todas. Esa es la trampa del sonsonete de los vascos y de las vascas, que cuando separas los recaditos en carteles distintos y les pones una cara de señor donde el mensaje es de señora o viceversa, se arma la derrisión. O eso o que, no sé, a fuerza de tanto participar en eventos andarines como el Kilometroak unido a los graves imperativos identitarios inherentes al nacionalismo nuestro lehendakari se haya vuelto kilometrosexual o metroalgo, cualquiera sabe. Bueno, allá él con su vida privada pero desde luego, los que se llevan un suspenso son los publicistas por haber confundido lo políticamente correcto con el anuncio de esas clínicas para operarse de lo que le impide a uno vivir su verdadera personalidad. Justo lo mismo que le ha pasado a nuestro Anjel de la Educación y los Buenos Modales que sigue cebándose tanto con los 157 profesores sin perfil que no me extraña que haya confundido el paté de campaña con el suflé de campaña.

Por la otra orilla, con permiso del río Ibarretxe, las cosas andan más sosas. Patxi, con ese don natural que Dios le ha dado para el chiste, sólo acierta a decir que si gana el PNV, nos esperan "cuatro años más de bronca", bronca que no habría, es de suponer, si ganase él y viniera el PNV a ofrecérsele para una legislatura de jatorras. A María San Gil, le ha salido la vena retadora y le gustaría estar debatiendo con "el campeón del diálogo" todo el rato y razón no le falta, le faltan únicamente algunos apoyos de los suyos, ¿a qué viene el famoso vídeo FAES justo cuando empieza la campaña? Y mientras estamos en éstas, el Sociómetro del Gobierno (v) acaba de jurar que las elecciones 2005 son percibidas por los vascos como menos importantes que las del 2001: un 60% las cree ahora importantes o muy, frente al 65% de hace cuatro años. Y esto resulta doblemente fundamental, primero, porque ese 5% del electorado resultaría decisivo y, segundo, porque si como asegura el sondeo quienes las ven como menos importantes son quienes votan al PSE y al PP, nos vamos a caer todas con todo el equipo o equipa.

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