La línea recta de Bush
P. La desconfianza no sólo ha crecido con respecto a las empresas y a sus ejecutivos, también afecta a la propia Administración de Bush y a la Casa Blanca. ¿Qué está pasando?
R. El vacío de confianza respecto a EE UU va más allá de la Administración de Bush, y tiene que ver más con los valores y la cultura norteamericana. El 32% de los europeos, según nuestro estudio, no están dispuestos a comprar productos norteamericanos debido a que no están conformes con los valores que representan.
P. Fue asesor de comunicación en las campañas presidenciales de Ronald Reagan -durante 1980 y 1984-. A su juicio, ¿qué falló en la del candidato John Kerry?
R. John Kerry nunca tuvo un mensaje claro que se repitiera una y otra vez. Ésa es la diferencia que hemos visto entre Bush y Kerry en las últimas elecciones. Bush era como una línea recta: todos los días decía lo mismo. Te podría gustar o no, ésa es otra cuestión. Pero su mensaje era consistente. Kerry era en este sentido inconsistente. La campaña de Bush fue muy exitosa, ya que logró presentar al candidato demócrata como alguien que tenía dos posiciones para cada asunto.
P. Se ha comentado muy a menudo la influencia que tienen los grandes conglomerados industriales estadounidenses en la política interior del país. En Europa parece casi un tópico escuchar que son ellos quienes, realmente, ponen o quitan presidentes, por ejemplo, a través del sistema de financiación de los partidos y de sus campañas.
R. No. No es así. Eche un vistazo a quienes han donado dinero en las últimas elecciones: actores de Hollywood, organizaciones civiles, George Soros, ciudadanos... Los ingresos de ambas campañas han sido los mismos. Entre las dos: ¡un billón de dólares!, ¡un billón! Al final, cuando la gente va a votar, lo hace, le guste mucho el candidato o no, a alguien que sabe dónde va a estar. Y no a un candidato que mañana no van a saber dónde estará o qué opinión tendrá.
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