Josh Rouse retoma en 'Nashville' el placer por "los discos de canciones"
El cantautor combina en sus temas la melancolía con la esperanza
Con 1972, un título que aludía a su año de nacimiento, el cantautor de Nebraska Josh Rouse se convirtió hace dos temporadas en la sensación de la nueva escena alternativa estadounidense. Su habilidad para construir canciones sencillas, melancólicas y contagiosas se refrenda ahora con Nashville, un álbum que le está valiendo los más cálidos elogios. Rouse, al que las cosas del amor le han llevado a fijar su residencia en Altea (Alicante), reivindica "los discos de canciones, esas colecciones de 10 temas para escuchar una y otra vez".
La primera línea de 1972 rendía tributo a Carole King, otra melodista por antonomasia. En Nashville, que ya es el quinto trabajo del joven Rouse, el aire retro queda reflejado en la misma portada, donde se avanzan los títulos de las 10 canciones repartidas en unas ficticias "cara A" y "cara B". "Quise hacer un guiño a aquellos tiempos. Los viejos discos de dos caras se han perdido para siempre, pero he intentado mantener el espíritu", confiesa el autor de It's the nighttime o Winter in the hamptons. Y agrega: "Me disgustan esos discos tan largos e inacabables que en ocasiones se han publicado durante la era del CD. Es muy difícil prestar atención más allá del minuto 40".
Nashville, en cambio, suena tan fresco y espontáneo que al oyente se le acaba en un vuelo. "Es un disco que surgió de forma rápida e inconsciente, con toda la banda tocando en vivo en una habitación", relata. "Grabábamos dos o tres canciones cada día, sin un plan preconcebido. Tardé varias sesiones en darme cuenta de que tenía un nuevo álbum entre las manos".
El tono taciturno y pesaroso de piezas como My love has gone (Mi amor se ha marchado) entronca con el momento personal del autor, que estaba poniendo fin a su relación anterior. "Pero no, éste no es un disco de ruptura sentimental, no es como el Sea change de Beck", aclara Rouse. "Simplemente, me atrae manejar a un mismo tiempo los sentimientos de esperanza y melancolía. Escribir una canción triste es más o menos sencillo. Resulta mucho más complicado escribir una feliz y no sonar estúpido...".
Durante su primera minigira por España, en febrero de 2004, Josh Rouse conoció a una chica en su concierto valenciano con la que ahora comparte techo y vistas al mar Mediterráneo. "Primero intercambiamos correos electrónicos, luego me acompañó en la gira del verano por media Europa... Sí, ya sé que suena a cuento de hadas, pero sucedió así. Yo vivía en Nashville y quería dar un giro a mi vida, mudarme a Nueva York o algo así. Y acabé en Altea", relata con franca sonrisa. La excelente acogida de sus nuevas canciones por toda Europa multiplica ahora las posibilidades de futuras actuaciones, lo que le permite bromear con un porvenir más halagüeño. "En realidad, ya empezaba a estar un poco cansado de ser un artista de culto, alojarme en hoteles baratos y actuar en clubes diminutos...", concluye.
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