Pasión escénica
Otra veterana con ganas, la neoyorquina Lydia Lunch, ha recalado en Madrid. Venus negra de la música de los ochenta, heredera del cruce que mujeres anteriores a ella como Patty Smith trazaron entre rock y poesía, eternamente provocadora merced a la descarnada sinceridad con la que evidencia en escena su sexualidad y sus emociones primarias -dolor, desesperación...-, Lunch, que ahora vive en Barcelona y tiene 46 años, no defraudó en directo, si bien lo que hace ahora, comparado con lo más álgido de su carrera musical, es muy pop y tremendamente asequible.
Acompañada de un trío de músicos, hacedores de ruido excepcionales, Lydia presentaba en la capital su disco del año pasado, Smoke in the shadows, un álbum con ambiente sonoro de jazz cabaretero y oscuro, con una magistral Lydia en el papel de narradora de letras con sabor a novela negra, plenas de carga política y de sexo explícito.
Lydia Lunch
Lydia Lunch (voz), Marc Viaplana (guitarra), Ian White (percusión) y Terry Edwards (saxo y trompeta). Sala Revólver. Madrid, 31 marzo.
Lidia Lunch comenzó y terminó su actuación con dos temas de The Doors: al principio sonó Spy in the house of love y cerró la velada con una versión muy spoken word de The end. Entremedias, Lydia desgranó con su potente pasión escénica, que a veces simulaba alcanzar un orgasmo, canciones nuevas e igualmente intensas, como The return of minus man io, Touch my evil; otras canciones legendarias en su trayectoria, como Knives in my drain, de su primer y antológico disco, Queen of Siam, o Twisted, de su época de andanzas junto a otro gurú de lo experimental, como es Clint Foetus Ruin. Hasta una versión de Van Morrison -TB sheets- supo pintar esta artista que proviene del lado oscuro y sigue siendo fiel a su propio estilo difícil y arriesgado.
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