Gracias, Habana blues
He ido a ver Habana Blues, de Benito Zambrano. Me encantó. No paré de llorar y de revivir mi viaje a Cuba en 1999. Volví a sentir su fuerza, su ritmo, su olor a plátano frito, sus ganas de vivir ante la adversidad y me di cuenta de algo que hasta ahora no me había apenas planteado. ¿Cómo podemos enseñar si nos topamos de frente con la tristeza? Soy maestra de primaria en un pueblecito del Aljarafe sevillano, tengo un alumno cubano al que me empeño cada mañana en enseñar Lengua y Matemáticas, pero él no ve más allá de las olas de su malecón. Su vida ha cambiado mucho desde que está aquí, sobre todo materialmente, pero sus ojos siguen derramando una tristeza profunda que no le deja disfrutar de este mundo de abundancia. ¿Cómo a veces somos capaces de cuestionar la entrada de emigrantes en nuestro país? ¿A veces nos hemos preguntado cómo se sienten tan lejos de su tierra? ¿Qué precio tienen que pagar? Yo tendré que poner mucho "son" en mis clases para que mi alumno se sienta feliz, pero nunca querré ni podré llegar a convencerle de que aquí se vive mejor. Cuba es mucha Cuba.
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