Los líderes de la revuelta en Kirguizistán se enfrentan por el control del poder
Los observadores internacionales dudan de que pueda haber elecciones presidenciales en junio
Las autoridades kirguizas están dando sorpresas diariamente a su pueblo. Si el sábado el Ejecutivo y el Legislativo acordaron que el viejo Parlamento bicameral continuaría funcionando hasta el 26 de junio -cuando deben celebrarse comicios presidenciales-, ahora resulta que la nueva Cámara, cuya elección en febrero y marzo fue precisamente la que desencadenó esta revolución amarilla y rosa que terminó con los 14 años de poder de Askar Akáyev, es la única legítima. Mientras los nuevos líderes se disputan el poder, los observadores occidentales dudan de que sea posible celebrar los comicios presidenciales.
Los diputados del antiguo y el nuevo Parlamento se reunieron ayer en sesión extraordinaria para buscar una fórmula que permitiera situar de nuevo la política del país en los marcos legales. Félix Kúlov, ex vicepresidente de la república y actual coordinador de las fuerzas de seguridad, compareció ante los legisladores y señaló que el único Parlamento legítimo es el nuevo -de una sola Cámara de 75 escaños-, y el hemiciclo, después de una tormentosa sesión, acabó dándole la razón. Kúlov opinó que las protestas que acabaron con el régimen de Akáyev no eran contra los comicios en general, sino contra los resultados en circunscripciones concretas. El Tribunal Supremo y la Comisión Electoral deberán estudiar la situación en los distritos problemáticos y probablemente convocar a nuevas elecciones en ellos.
El apoyo dado por Kúlov a la nueva Cámara lo interpretaban algunos como una división entre éste y el presidente en funciones, Kurmanbek Bakíyev, quien ayer anunció que se presentaría a las elecciones presidenciales en junio. Según esa interpretación, Bakíyev, por el contrario, apoyaría al antiguo Parlamento bicameral, cuyo mandato expiró la semana pasada. Precisamente por ello habría firmado el primer memorando por el cual se prolongaba la vigencia del anterior Legislativo, por lo menos hasta que se eligiera nuevo presidente. Sin embargo, Kúlov señaló que no hay división entre ellos, y explicó que Bakíyev había suscrito aquel documento sin examinarlo detenidamente. "Comprendan que Bakíyev y yo trabajamos hasta las tres o cuatro de la mañana, a veces ni dormimos, estamos cansados y por ello podemos cometer lapsus y errores", dijo Kúlov.
Éste insiste en que lo único que desea es volver a los marcos legales y que para ello es necesario reconocer la legitimidad del Tribunal Supremo, del Constitucional y de la nueva Cámara. Posiblemente con el apoyo al nuevo Parlamento, Kúlov -originario de la provincia de Chui, de la que forma parte Bishkek- pretenda encontrar un equilibrio entre los representantes del norte y los del sur, de donde proviene Bakíyev, ex gobernador de la provincia de Jalalabad.
Completa calma
Kúlov se congratuló de que la noche anterior fuera la primera de completa calma en Bishkek, y aseguró que la situación es ahora normal. Los miles de habitantes de Kemín, localidad ubicada a unos 90 kilómetros de Bishkek, que se aprestaban a marchar sobre la capital para equilibrar la presencia de los activistas que han llegado de las provincias del sur, desistieron de sus planes. "Ya no temo nuevos desórdenes", manifestó Kúlov, que se encuentra a la espera de que el Tribunal Supremo anule la condena que pesa sobre él. El ex vicepresidente de la república fue sentenciado a 10 años de prisión en 2002 -en un juicio organizado por Akáyev, según afirman los detractores de éste-, de los cuales ha cumplido sólo cuatro.
No debe excluirse que las decisiones tomadas ayer sean revisadas nuevamente. Hay quien opina -como el diputado Azimbek Beknazárov- que tanto los miembros del viejo como del nuevo Parlamento deben dimitir para que se puedan celebrar comicios. Otros -entre ellos Marcus Muller, jefe de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) en Bishkek- piensan que no se pueden celebrar elecciones presidenciales el 26 de junio, ya que no hay tiempo suficiente para que las fuerzas políticas puedan llegar a compromisos y buscar alianzas. Celebrar comicios en estas circunstancias es contraproducente y puede conducir al caos, opinan.
La OSCE considera que lo más importante ahora es ayudar a garantizar la seguridad y crear condiciones para el diálogo político. "Hemos acordado que reconocemos la situación de facto. No nos pronunciamos sobre si el actual Gobierno es bueno o malo. No avanzaremos si nos concentramos en los acontecimientos que condujeron a esta situación", señaló ayer Aloise Peterle, representante especial de la OSCE en Asia Central.
En la calle, muchos están descontentos con la idea de reconocer al nuevo Parlamento. "No queremos que los nuevos diputados tomen posesión. La mayoría tiene las manos sucias, han sido elegidos gracias a la presión de las autoridades, de los gobernadores y alcaldes", señaló Urmás Sidíkov, uno de los 17 dirigentes del movimiento popular Unidad, formado por los grupos de kirguizos que llegaron a la capital desde diversos puntos del país y tomaron el jueves pasado la sede de Gobierno.
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