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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Olímpico, pero menos

Soy una persona con una discapacidad motora y siempre que viajo por Europa tengo ocasión de darme cuenta de la enorme diferencia que existe con nuestro país en cuanto al respeto y el cuidado con el que se tratan las necesidades de los discapacitados.

Jamás se ve a un coche aparcado en uno de los sitios reservados para nosotros, y absolutamente en todas partes hay aparcamientos destinados a personas que, como yo, tenemos la movilidad reducida.

Estos coches jamás son molestados porque se entiende que son conducidos por personas que tienen problemas para desplazarse y que, a veces, no pueden dejarlos en otro sitio, y más si no molestan. En España nos dan la placa para poner en el coche, pero, prácticamente, no sirve de nada.

Ayer, aparqué en la plaza de Tirso de Molina. Dejé el coche lo más próximo a mi domicilio en una zona de carga y descarga en la que, según mi placa, tengo permiso para aparcar. La rueda delantera pisaba un palmo un paso de cebra. No tenía otro sitio y, por supuesto, el sitio específico para discapacitados estaba ocupado. Mientras estaba en mi casa, la grúa se llevó mi coche.

Tirso de Molina es un caos, pero el policía municipal no encontró otro coche peor aparcado que el mío, claramente identificado como perteneciente a una persona con discapacidad. Mi coche estaba sólo un palmo pisando con la rueda delantera un paso de cebra, y me parece justo que me hubieran puesto la multa correspondiente, pero llamar a la grúa sabiendo lo que me cuesta ir a buscarlo (y no me refiero al dinero), los problemas que tengo para desplazarme... Me parece una falta de respeto propia de una ciudad tercermundista.

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