_
_
_
_
Reportaje:

Casas baratas... y de diseño

Gallardón apuesta por grandes arquitectos para construir vivienda social

Granate, ocre, albero, naranja, rosa, azul eléctrico. Éstos son los colores que el arquitecto mexicano Ricardo Legorreta (México DF, 1931) ha escogido para crear una urbanización de 112 viviendas protegidas en el suroeste de Madrid con un presupuesto de 10,4 millones de euros. Y parece mentira que los que ayer se convirtieron en propietarios de esos pisos de entre 60 y 90 metros, ideados por la misma mente que levantó la biblioteca de la ciudad de San Antonio, en Tejas, o el museo de la moda de Londres, hayan pagado por ellos entre 92.000 y 135.000 euros (en una comunidad donde el metro cuesta una media de 3.245 euros).

Es un empeño del alcalde de Madrid. Alberto Ruiz-Gallardón -que ayer entregó junto a su concejal de Urbanismo, Pilar Martínez, las llaves de esas viviendas- ha contratado, entre otros, a Thom Maine, último premio Pritzker (similar al Nobel de arquitectura); al futurista equipo MVRDV y a David Chipperfield, el creador del llamado minimalismo denso, para hacer pisos en la capital destinados a los ciudadanos con menos recursos económicos.

Firmas de gran prestigio realizan uno de cada 40 proyectos de la empresa de la vivienda de Madrid

"No sólo es una medida social. También ponemos a Madrid en un puesto destacado en las guías de la arquitectura internacional. Tanto por estos arquitectos como por los magníficos profesionales españoles que también se involucran en este proyecto", afirmó el concejal delegado de Vivienda, Sigfrido Herráez.

Los resultados ya han empezado a verse en varios barrios de la capital. En Sanchinarro, por ejemplo, se levanta una arriesgada construcción con forma de portarretratos gigante de 22 pisos de alto y con un agujero rectangular en medio convertido, a 15 metros del suelo, en un jardín comunitario. Lo han bautizado como edificio Mirador y ya es un referente de las mejores obras del despacho holandés MVRDV.

La urbanización que ayer entregó Gallardón no tiene aún nombre, aunque los madrileños que transitan por la carretera de Extremadura, cerca de los cuarteles de Campamento, que también albergarán vivienda social, ya las llaman "las casas de colorines". Algo que no termina de convencer a varios de los vecinos agraciados con una de esas viviendas de firma. "Es que son muy chillonas y ese color naranja... La primera vez que lo vimos no nos gustó nada". Cinco familias encuestadas, cinco detractores del color. "Raras y chillonas". Pese a que la mayoría de los adjudicatarios (el 77%) son jóvenes menores de 35 años.

Legorreta se defiende bien: "Eso es falta de costumbre. Mi arquitectura se basa mucho en el color y nunca he visto una reacción en contra del color. Cuando pase un tiempo, les gustará". Un arquitecto que prefiere no hablar de pisos de protección pública, sino de "viviendas sin excesos de lujo en las que poder ser feliz".

Sin embargo, durante su paseo por el interior de una de las casas, Ruiz-Gallardón se asombra: "¡Cuánta arquitectura hay también dentro de los pisos!". Los acabados son magníficos y poseen soluciones caviladas como puertas correderas entre el salón y el recibidor que aumentan el volumen de la sala.

Herráez afirma que "uno de cada 40 proyectos de la Empresa Municipal de la Vivienda se le encarga a un equipo de arquitectos de renombre". Algo que, dice, no es nada fácil: "Legorreta pierde dinero con este proyecto, pero hemos logrado que acepte, entre otras cosas porque es un hombre comprometido con las viviendas y las ciudades". "Es una cuestión de humanidad", afirma el arquitecto. De eso y de una petición hecha al aceptar: que le llevaran a los toros cuando viniera a Madrid. Cuestión de la fiesta del color.

La familia Rodín Rodríguez muestra las llaves de su nueva vivienda de protección oficial.
La familia Rodín Rodríguez muestra las llaves de su nueva vivienda de protección oficial.CRISTÓBAL MANUEL

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_