"Cuando más lo necesitas, no funciona"
Alonso perdió cuatro kilos y acabó deshidratado porque desde la segunda vuelta no pudo beber por el fallo de la bomba de la bolsita de agua
"Tengo frío", fue lo primero que le dijo Fernando Alonso a su preparador físico, Eduardo Bendinelli, cuando se bajó del coche con una evidente deshidratación. El humor no lo había perdido. "Cuando se levantó la pantalla del casco para refrescarse", reveló Bendinelli, "se encontró con que el aire que recibía era más caliente que el que ya tenía dentro. Y eso es mucho. Estaba frito por el calor".
Lo cierto es que, cuando Alonso cruzó la meta como ganador en Sepang, la temperatura en la pista rondaba ya los 51 grados y la humedad era del 50%. Era inhumano. Y más aún para un piloto que no había podido beber durante casi toda la carrera porque la bomba, muy pequeña, que debía hacer subir el agua hasta su boca no había funcionado.
"Cuando más lo necesitas, no funciona", se lamentó el propio Alonso; "ya nos ha ocurrido otras veces". El mecanismo es muy simple, similar al que sirve para un limpiaparabrisas de cualquier coche. Parte de una bolsita de agua con capacidad habitual para 1,5 o 2 litros -él suele llevar sólo medio litro- que se coloca en un lateral del cock-pit (el habitáculo del piloto). En el tapón hay una bombita que se acciona desde el mismo volante y que, a través de un tubo que entra en el casco, coloca el agua refrescante en la boca.
"A partir de la segunda vuelta, el aparato no funcionó. Creo que fue un problema de la bomba. La cuestión es que Alonso debió hacer toda la carrera, la más dura del mundo porque se corre en condiciones extremas, sin poder beber", concretó Bendinelli. El desgaste que sufrió fue severo. Perdió unos cuatro litros de líquido y la mayor parte quedó reflejada en el peso del mono ignífugo. Y no pudo reponerlos. Sin embargo, el caso habría sido mucho más severo si antes de subirse al bólido no se hubiera hidratado a conciencia: bebió alrededor de tres litros durante la mañana.
"Tal vez gracias a eso pudo mantener siempre la concentración durante toda la carrera", agregó Bendinelli, que lleva tres años trabajando con Alonso; "acabó destrozado físicamente. Y lo acusó al bajarse del coche, momento en el que sufrió una bajada de la presión sanguínea. Estuvo dos minutos muy cansado. Y después se bebió dos litros de agua y sales minerales en cinco minutos".
Pero todo fue tan rápido que el español llegó al podio todavía con evidentes problemas. "La FIA se negó a retrasar la entrega de trofeos", contó Luis García Abad, el representante de Alonso; "y Fernando quería ir a la ceremonia a costa de lo que fuera". "Por eso tuvo que agacharse un par de veces y tomar aire", agregó Bendinelli; "aquello supuso un gran esfuerzo para él. Todavía no tenía fuerzas". Incluso le costó aguantar alzado el trofeo de campeón.
Sin embargo, aunque no tan acentuada, era una situación que ya había vivido en algunas otras carreras. En este mismo circuito, en 2003, corrió con 39 grados de fiebre y perdió seis kilos. "Su ventaja es que, físicamente, es muy fuerte y se prepara a conciencia", indicó Bendinelli; "tiene la capacidad de un sprinter, de un corredor de 100 metros. En reposo mantiene unas 40 pulsaciones por minuto y en actividad intensa supera las 200. Los datos que tomamos de su corazón desvelan que mantuvo una media de 170 pulsaciones por minuto llegando a puntas de 190. Todo estuvo bajo control".
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