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Los zaplanistas critican la instrumentalización de la visita de Rajoy a Valencia por parte de los campistas

La visita del presidente nacional del PP, Mariano Rajoy, el pasado viernes a Valencia para sumergirse en una jornada fallera, lejos de convertirse en motivo de satisfacción, ha terminado por levantar ronchas en el seno de los populares valencianos. Los zaplanistas han hecho evidente su malestar por lo que consideran una instrumentalización de la visita de Rajoy por parte de los campistas, que han acusado a los consejeros afines al portavoz del PP en el Congreso, Eduardo Zaplana, de hacer el vacío al presidente de la Generalitat, Francisco Camps, y a su líder nacional, Mariano Rajoy, durante la visita del viernes.

La propia consejera de Bienestar Social, Alicia de Miguel, explicó ayer que su presencia en Cádiz -donde coincidió con la consejera de Participación, Gema Amor, y el presidente de las Cortes Valencianas, Julio de España- para asistir a la entrega de un galardón a Eduardo Zaplana, a quien le une una estrecha relación de amistad, estaba prevista desde hace meses.

"En ningún momento supimos que [ese día] venía Rajoy [a Valencia]. No se nos comunicó nada y por eso es difícil buscar una ofensa donde no la hay", explicó Alicia de Miguel, que recalcó: "Si la gente se dedicara a trabajar estas cosas no ocurrirían, pero algunos tienen ganas de hacer daño [con esta clase de polémicas]". "Si alguien piensa que le está haciendo un favor al presidente [de la Generalitat y del PP regional, Francisco Camps] se equivoca". La consejera lamentó que "se quiera dar una interpretación torticera a un acto [la entrega de un galardón a Zaplana] que debería ser motivo de orgullo".

Durante su visita, Mariano Rajoy visitó dos de las fallas de la categoría especial acompañado por los consejeros de Agricultura y Economía, Juan Cotino y Gerardo Camps, respectivamente, además del ex ministro de Justicia José María Michavila, la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, y el propio Camps. Tras la mascletà, Rajoy almorzó, además de con Barberá y Camps, con los presidentes de las diputaciones y los alcaldes de las capitales, entre los que estuvieron presentes José Joaquín Ripoll y Fernando Giner, vinculados a Eduardo Zaplana. El almuerzo tuvo, fundamentalmente, un carácter desenfadado.

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