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Reportaje:

La ciudad donde nadie es demasiado rico

Algunos de los principales sospechosos de la red de blanqueo son personajes muy conocidos en la vida social de Marbella

Luis Gómez

La repercusión nacional e internacional que ha tenido la Operación Ballena Blanca ha causado un relativo impacto en Marbella, donde ciertas informaciones se toman con sordina. Así se entiende que la primera reacción de la alcaldesa, Marisol Yagüe, fuera ponerse en defensa del buen nombre de la ciudad tratando de minimizar el asunto. O que empresarios locales, lejos de alabar la actuación policial, divulgasen su preocupación sobre la eventual pérdida de clientela que podría sufrir la Costa del Sol. Algunos de los principales sospechosos, empezando por el propio abogado Fernando del Valle, eran personas conocidas en la sociedad marbellí, una sociedad tan abierta, flexible y, en definitiva, poco estructurada, que se ha acostumbrado a convivir con cierta naturalidad con escándalos y delincuentes internacionales.

No todos los imputados que tenían una presunta relación con algunas de las nueve organizaciones criminales cuyo dinero se lavaba en la red de blanqueo eran personas que llevaran una vida discreta. No todos se guardaban de ocultar signos externos de una riqueza que no se correspondía con su trabajo. Y ésa es una de las características de este enclave de la Costa del Sol, caracterizado por atraer a visitantes con mucho dinero y juntar en pocos metros cuadrados a grandes fortunas, sin discriminar la procedencia de sus ingresos. Como ya sucediera con los saudíes en los 80 y con los primeros capitalistas rusos a principios de los 90, en Marbella no hay mejor pasaporte que una saneada cuenta corriente.

Al mismo tiempo que la policía española detenía a los 41 sospechosos de pertenecer a una inmensa red de blanqueo, otros agentes trabajaban activamente con sus colegas británicos para detener a Brian Brendon Wright, a quien finalmente apresaron en Marbella. "La policía británica no es muy dada a esto de los ránkings de delincuentes" confesó un comisario, "pero estaban tan satisfechos que nos dijeron que era uno de los diez más buscados en su país. Incluso había merecido en su día un amplio reportaje de la BBC". Sobre Brendon, de 58 años, pesa una petición fiscal de cadena perpetua en el Reino Unido por traficar con toneladas de cocaína. La noticia salió en la prensa días después y apenas tuvo repercusión. Brendon no era un personaje conocido en la ciudad. Era uno de tantos miles de británicos que viven en urbanizaciones cerradas a cal y canto, en ese verdadero laberinto de estrechas carreteras que es la costa entre Marbella y Sotogrande.

Aki Johanes Kujala, un finlandés cuarentón, uno de los detenidos que han sido enviados a prisión por el caso de la red de blanqueo, sí era conocido en los ambientes marbellíes. Aki era el cabeza visible de la revista Absolut Marbella, considerada como la cabecera de la jet: papel couché, fotos cuidadas y un repaso minucioso de los principales avatares sociales de la ciudad. A nadie le sorprendía que la revista pagara tan bien a sus colaboradores y tuviera una difusión gratuita aun sin disponer de mucha publicidad. La revista en cuestión y otra sociedad relacionada con ella (Absolut Media) ya vivieron un episodio extraño hace unos años cuando uno de sus gestores, un italiano conocido popularmente como Luigi, fue detenido por transportar cocaína a Italia en embarcaciones de recreo.

Estos accidentes no son una novedad en Marbella, donde nadie pregunta demasiado: sólo sirve el presente y la salud financiera. A pesar de lo sucedido a Luigi, la revista siguió su curso como si no hubiera pasado nada. Su prestigio no pareció sufrir quebranto alguno.

Otro de los sospechosos imputados en la Operación Ballena Blanca es un marroquí conocido porque pasaba por ser el propietario del llamado gimnasio de la jet. A pesar de que había tenido en su día problemas con la policía por el tráfico de hachís, la gente pensaba que eso había sido un episodio aislado.

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Otro de los detenidos, un ciudadano tunecino, dueño de algunas tiendas de decoración, era visitante asiduo de las fiestas locales y tenía un hijo relacionado con ciertos romances de la prensa del corazón.

El perfil de los sospechosos cuadraba perfectamente con la imagen de muchos vecinos de Marbella: empresarios con éxito, usuarios de buenas casas y espléndidos coches. No es extraño que Marbella sea la ciudad donde se crean mayor número de sociedades en Andalucía y donde se venden más coches de lujo de España. Algunos otros eran más discretos, caso de los ucranianos y el ruso, pero no menos ostentosos en sus signos externos.

Finalmente estaba el abogado Fernando del Valle, considerado como un afortunado hombre de negocios que participaba en algunas causas benéficas. A Del Valle se le relacionaba con buenos clientes. En otros círculos se comentaban sus caprichos como coleccionar coches antiguos y contratar exclusivamente a mujeres para sus despachos.

Todos estos personajes han desaparecido temporalmente de la escena, pero Marbella sigue adelante. Durante la Semana Santa se prevé un lleno por todo lo alto en sus hoteles y campos de golf. La Operación Ballena Blanca no habrá producido más reacción popular que un manifiesto firmado por más de 100 abogados de Marbella (una ciudad donde también ha crecido exponencialmente el número de letrados colegiados) contra "la criminalización de la profesión de abogado en Marbella".

[La empresa Macanthony Realty afirma que "jamás ha tenido ninguna relación" con Del Valle, pese a que diversas fuentes así lo afirmaron en un artículo publicado el pasado jueves.]

Agentes de policía ante la sede del bufete de Del Valle en Marbella.
Agentes de policía ante la sede del bufete de Del Valle en Marbella.JULIÁN ROJAS

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