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Entrevista:GUILLERMO WESTENBERGER | Especialista en inmigración

"La inmigración es un fenómeno imparable"

Miquel Alberola

Pregunta. ¿Cómo define lo que hace?

Respuesta. Intentar conseguir que la persona que busca trabajo, sea de la nacionalidad que sea, lo haga con dignidad y con la seguridad de que la van a tratar como la persona que tiene al lado.

P. ¿Qué le atrajo hacia la inmigración?

R. Soy inmigrante. Soy belga y llegué a España en 1970, que no eran precisamente años dorados.

P. ¿La inmigración es el mayor fenómeno social que estamos viviendo?

R. Sí, porque está incidiendo en todos los demás. La inmigración que está sucediendo en estos momentos no es la misma que la de los procesos anteriores, que han sido reglados. Es fruto de la globalización. Se han acortado las dimensiones y los tempos. No es que venga mucha más gente sino que viene en un mismo momento.

P. ¿Qué modelo hay que seguir?

R. No es posible copiar los modelos exteriores porque han fracasado. El modelo francés está buscando el hilo del hilo, en el sentido de que como la nacionalización ya es de todos, se han inventado lo de ser republicano y laico. El modelo holandés o el inglés también está fracasando, en el sentido de que los elementos compartimentados terminan por no nutrir la sociedad en su totalidad.

P. ¿Por qué?

R. Aparentemente es muy bonito: yo respeto la cultura de los demás. ¿Pero la respeto o la ignoro? Y además, en recepción y en emisión. Porque el que llega aquí termina por crear arraigo, se quiera reconocer políticamente o no. El problema es a qué queremos adscribirnos, al derecho de sangre del antiguo régimen o al de la Ilustración, en el sentido de que yo estoy aquí, soy un ser pensante, contribuyo a la sociedad burguesa y quiero ser reconocido en derechos y obligaciones. La inmigración es un fenómeno imparable. Lo que deben hacer las instituciones es preparar a la población para este cambio. Y no pasa nada. Ha sucedido en otros momentos.

P. Pero con gente de la misma cultura.

R. Da igual. La persona acogedora siempre intenta potenciar las diferencias porque tiene miedo en un primer momento de que esa persona compita con ella en igualdad de condiciones. Pero hay que hacer ver que es exponencial, es decir admites una población que es a la vez generadora de trabajo. Es un juego.

P. ¿De dónde vienen?

R. Hay un movimiento de recepción de países del Este en Castellón, que se puede complementar con magrebíes o hispanoamericanos. En Valencia el melting pot es mayor y además se produce el segundo movimiento de inmigración de gente que ha fracasado en otras partes. Luego, Alicante, que fue la que recibió inmigración antes, como los pies negros de Argelia, es la que tiene la mayor experiencia en la Comunidad Valenciana en tiempo. Fueron los magrebíes, hay mucho hispanoamericano, países del Este (con una claro predomino de rumanos) y subsaharianos.

P. ¿Se asimilan mejor unos que otros?

R. No me gusta la palabra. Sólo se asimila el que quiere. El problema del emigrante es la depresión que supone abandonar su realidad y no encontrar símbolos que le permitan adscribirse a la otra realidad, tanto por rechazo de la población de adscripción como por la incapacidad del emigrante para aceptar esos símbolos. Hay mucha gente que se queda en su grupo étnico, religioso o nacional y eso es un error porque los países de los que tú vienes no te esperan. Yo daría un consejo: encontrar un punto medio sin abandonar sus raíces y sus adscripciones, que ya son metafísicas.

EN DOS TRAZOS

De niño Guillermo Westenberger (Bruselas, Bélgica, 1958) se sintió incómodo porque compartía pupitre con la única alumna negra de su clase. Hasta que un compañero la tiró al suelo y descubrió que su sangre también era roja. Hoy es uno de los máximos especialistas en el fenómeno migratorio en la Comunidad Valenciana. Ejerció una influencia clave en el Comisionado de la Inmigración y ahora centra su experiencia en el Ceim (Centro de Estudios para la Integración Social y Formación de Inmigrantes), donde ayuda a los inmigrantes para que encaucen su vida laboral sin perder la dignidad.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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