Los insurgentes confiesan en el programa estrella de la televisión
El programa más popular de la televisión iraquí estos días es uno que presenta a un grupo de hombres en fila, la mayoría con cortes y magulladuras en el rostro, que confiesan todo tipo de crímenes y actos terroristas a la cámara. Los insurgentes capturados son las nuevas estrellas de la pantalla pequeña en Irak. El programa Terroristas en manos de la justicia es la nueva herramienta del Gobierno de Bagdad para combatir la insurgencia, según un artículo publicado en el diario The Boston Globe.
Las confesiones televisadas, según la policía, ayudan a desacreditar la resistencia armada y, al mismo tiempo, propagan el éxito de las autoridades en su lucha contra las bandas criminales. El reality show, que se emite seis noches a la semana en la cadena estatal Iraquía, se sintoniza sin falta en los hogares y los cafés. El programa, bastante cruel, tiene un estilo que recuerda más al viejo Irak del régimen de Sadam Husein que al nuevo país que supuestamente está emergiendo tras el derrocamiento del dictador.
El Gobierno sostiene que el programa ha arruinado la imagen de la yihad (guerra santa) en el país, mostrando a los miembros de la resistencia no como guerreros santos, sino como vulgares delincuentes que cometen actos terroristas contra las fuerzas de seguridad iraquíes y las tropas estadounidenses a cambio de dinero. No obstante, esta justificación oficial no explica los golpes y el mal aspecto general que presentan los insurgentes, clara señal de que han sido apaleados y torturados. Muchas veces, la mayoría, las confesiones que se presentan no parecen muy verosímiles y, en todos los casos, los supuestos insurgentes carecen de representación legal mientras se están declarando culpables de crímenes atroces frente a las cámaras.
Los acusados suelen admitir que han cometido actos terroristas a cambio de dinero, que nada tenían que ver con creencias de tipo político o religioso. Muchos de ellos también dicen haber tenido relaciones homosexuales, algo considerado muy vergonzoso en la sociedad iraquí. Otros incluso se declaran pedófilos y violadores, lo cual los hace más detestables a los ojos de los televidentes.
En uno de los episodios más recientes, un hombre llamado Hasan Mahdi Hasan al Kafaji dijo que había pertenecido a la antigua milicia de Sadam Husein y que tras la caída del dictador se había unido a cambio de dinero al grupo liderado por el terrorista más buscado, el jordano Abu Musad al Zarqaui. Al Kafaji admitió que se drogaba antes de cada crimen que cometía. "Ellos me pagaban entre 100 y 150 dólares por cada persona que asesinaba", dijo Al Kafaji en el programa. En la misma edición aparecieron otros tres hombres, confesando uno que había encabezado una célula terrorista en Mosul; otro, un grupo llamado Mahmudía, que había asesinado a varios iraquíes, y un tercer sujeto dijo que un cabecilla de una banda criminal lo había forzado a matar.
Las autoridades estadounidenses han evitado pronunciarse sobre el programa, a pesar de que Iraquía está gestionada por una empresa de Estados Unidos. La manufactura del programa tiene muchas reminiscencias de reality shows de Occidente. Por ejemplo, la presentación son imágenes de actos terroristas cometidos por la insurgencia con música de fondo. Las tremendas confesiones hacen lo demás.
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