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Reportaje:

Las fallas toman la ciudad

Ya es otro el paisaje urbano de la ciudad de Valencia. La noche del 15 de marzo sigue siendo la puesta de largo de los monumentos falleros, aunque es por todos visible que el desembarco se produce mucho antes y que calles y cruces incorporaron a los ninots hace ya días. Grúas con brazos que hacen volar las piezas de los ingenios, vallas firmadas por conocidas firmas que subvencionan la fiesta, carpas para dar cobijo a la fiesta de los casales, además de la toma del asfalto sin límite ni horario, son elementos que definen la rutina de las Fallas y que, en esta edición, pasaron anoche de ser previos a ser definitivos hasta el próximo día 19.

Un auténtico ejército de carpinteros, pintores y electricistas empujados y vigilados de cerca por presidentes de comisiones, artistas falleros, guionistas en las versiones más adineradas de los proyectos falleros, empezaron ayer a coser en vertical todas y cada una de las muchas mini-arquitecturas que forman los monumentos. Un desfile de trailers ha ido y venido de los talleres al centro urbano, sin olvidar callejón o plazoleta para posar el ninot soñado primero y por fin convertido en algo que tiene volumen.

Las grandes apuestas, las quince comisiones de la categoría especial (dos más que el año pasado), cumplieron ayer con la rutina de quitar plásticos y reparar roces para que luzcan a los ojos de un jurado que hoy patrulla el escenario fallero en busca del mejor ingenio. Lo hará entre una marabunta, la que sin tregua inundará los emplazamientos donde están enclavadas las comisiones histórica o, aunque recientes, más atrevidas. Na Jordana (que apuesta por una construcción innovadora en tres espacios), Convento Jerusalén (que busca con el sello de Paco López volver a lucir como la más laureada gracias a las aventuras de un Faraón), la novísima Nou Campanar (la más cara, la que ganó el pasado año) o las históricas de La Merced o El Pilar tratarán hasta el sábado de conquistar primero al jurado, después al público y, entre patrocinadores y otras inversiones, como la que dejan los puestos de churros y buñuelos, garantizarse los ingresos para volver a repetir la liturgia que se inicia con las cenizas de las fallas aún calientes.

La ciudad vivirá hasta el día de San José entre petardos continuos, mascletà diaria, fuegos artificiales, pasacalles y la ofrenda a la Virgen de los Desamparados.

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