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Columna
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Entre 'Moby Dick' y la CIA

No te ha sorprendido demasiado esa "invasión silenciosa de las mafias", alertada por el fiscal general del Estado Conde-Pumpido: la gran ballena blanca soplaba, y desde hace años, por las costas mediterráneas, aunque bien es verdad que nunca antes de ahora se le había asestado un golpe tan certero y aplastante. Y eso que España olía a aceites, a esperma, a carne de blanqueo por un sur, que mira tú sí existe, y por el este que, oye, no veas qué de factorías, en cuanto te descuidas o le ciegas un río. Por allí, por donde hay suelo, por donde más se desarrolla el negocio inmobiliario, se acomoda el monstruo del crimen organizado y en plenitud de globalización -¿es otro tanto del capitalismo de chanchullo neoliberal?-, y se hace con urbanizaciones enteras, con los dineros de pueblos almidonados y marineros, y hasta con una aviación de empresa que para sí quisieran muchos gobiernos de países saqueados. Frente al poderío que despliega ese monstruo, junto al juez de Marbella que anda investigando y desarticulando tal red de blanqueo, que es la "punta del iceberg", dicen, ya colaboran otros jueces y fiscales, del Reino Unido y Holanda, de Alemania y Canadá, de EE UU, Francia y Rusia. En el primer lustro del nuevo milenio, vuelve Moby Dick no como alegoría, ni como poema épico, ni como metáfora del mal en una sociedad con pocos escrúpulos, sino como invasión silenciosa y depredadora, frente a un Ahab nada metafísico y metido en una magnífica operación, aunque sin los criterios y recursos globalizados. Difícil hazaña la que se libra. Pero me preocupa tu capacidad de sorpresa. Ni la ballena blanca, ni los secuestros de la CIA, en Europa, te han conmovido apenas. Ándate con tiento: la fiscalía de Milán indaga la desaparición de un clérigo islamista, que imputa a la citada agencia, mientras la policía alemana investiga la de cierta persona, que salió a por pan, y volvió a la cuatro meses asegurando que lo habían torturado en Kabul. Hasta su mujer lo puso de patitas en la calle. Cuidado: de un lado la mafia que blanquea; de otro, la CIA que secuestra. Madre, ¿por dónde ir a la oficina?

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