Carta a Pablo Pineda

Enhorabuena, Pablo, por tu reciente medalla de Andalucía. Una medalla conseguida a golpe de tesón, autoconfianza, y capacitación. Una medalla que se te otorga no sólo como primer europeo con síndrome de Down que alcanza un título universitario, sino también como persona que está logrando que la sociedad deje poco a poco los estereotipos y prejuicios hacia las personas con discapacidad psíquica en general, y hacia las personas con síndrome de Down en particular.

Pero, ¿qué digo, la sociedad? No. también eres todo un ejemplo para nosotros, los padres. Tú, mejor que nadie, estimulas, ofreces topes que van más allá de lo que hace años hubiésemos imaginado, y, con tu apuesta personal, eres el mejor acicate para todos los que alguna vez te hemos visto o escuchado. Hace unos meses, en cierta conferencia que ofreciste en La Puebla de Cazalla, te agradecí personalmente todo lo que estabas haciendo por el colectivo de personas con síndrome de Down. Por un colectivo que tú te estás encargando de hacer ver que, como ocurre con el resto de los humanos, está compuesto por multitud de individualidades y, por tanto, con diferencias personales entre cada uno de sus integrantes.

Por eso, te doy mi más sincera enhorabuena. Por eso te animo a que sigas fomentando el cambio de visión que propugnas en cada una de tus conferencias. En la que yo asistí, finalizaste tu intervención con una frase que me impresionó: "Me llamo Pablo Pineda, tengo síndrome de Down. Y a mucha honra". Pues eso, adelante. Sigue honrándote a ti mismo, a tu esfuerzo, a tu enorme capacidad, y a la de todas y cada una de la personas con síndrome de Down.