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Reportaje:

Una Mussolini en huelga

La nieta del 'Duce' inicia un ayuno de protesta para reivindicar la validez de su candidatura a las elecciones regionales italianas

Enric González

El fascismo italiano (o posfascismo, como prefiere ser llamado) debe de haber cambiado mucho, porque dos de sus corrientes se intercambian insultos como "golpista". También se amenazan mutuamente, en un estilo más clásico, con destrozarse. Alessandra Mussolini, la nietísima del dictador, dirigente del partido escisionista Alternativa Social, inició ayer una huelga de hambre para reclamar su derecho a participar en las elecciones regionales de abril, después de que el partido mayoritario de la extrema derecha, Alianza Nacional, consiguiera que la Junta Electoral Central ordenara su exclusión por falsificar firmas de apoyo. El embrollo ultra no parecía una cuestión marginal, ya que podía pesar en las elecciones generales de 2006.

Todo comenzó con la candidatura de la Alternativa Social de Mussolini a las elecciones en la circunscripción de Lazio, la región romana. Los sondeos pronosticaban a Mussolini un 5% de los sufragios, que bastaban para fragmentar el voto de la derecha y para llevar a la derrota al actual gobernador, Francesco Storace, de Alianza Nacional. La izquierda, consciente de ello, prestó a Mussolini grupos de militantes encargados de recoger las firmas necesarias para validar la candidatura.

Storace ordenó a los suyos que analizaran la legalidad de la colusión entre izquierda y ultraderecha y que rastrillaran la documentación presentada por Mussolini ante la Junta Electoral. La cooperación de los comunistas con Alternativa Social resultó legítima. Las firmas, en cambio, no.

Entre las firmas que avalaban la candidatura de Mussolini figuraban la de la actriz Ornella Mutti, que negó haber prestado su nombre, y la de varias personas cuya fecha de nacimiento era el 31 de febrero. Curiosamente, las firmas falsas habían sido recogidas por la militancia mussoliniana, mientras que las obtenidas por los militantes de izquierda resultaban impecables. Storace denunció a su antigua camarada ante la Junta Electoral y ésta, el sábado, anunció la descalificación de Alternativa Social en la circunscripción romana.

Alessandra Mussolini montó en cólera. "Juro por la abuela Rachele (la esposa del dictador) que a Francesco Storace lo destrozo", amenazó, "porque ese tipo es un golpista". "Si la escuchara su abuelo la correría a gorrazos, la Mussolini está acabada", respondió Storace. Silvio Berlusconi, mientras tanto, pedía calma: una candidatura mussoliniana en las generales de 2006 también podría hacerle perder a él, y quería mantener las buenas relaciones con la nietísima.

Mussolini reconoció la posibilidad de que existieran "pequeñas irregularidades" en sus avales, pero agregó que eran las mismas que trufaban los avales de otras listas, como las de Alianza Nacional, su antiguo partido. Presentó un recurso ante los tribunales y, a la espera de la resolución, que debería conocerse el viernes, se declaró en huelga de hambre. "Mejor, había engordado", se carcajeó Antonio Alemanno, ministro de Agricultura y correligionario de Storace.

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Alessandra Mussolini, durante una protesta en Roma.
Alessandra Mussolini, durante una protesta en Roma.REUTERS

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