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Entrevista:RAÚL GIMÉNEZ | Tenor

"Antes que engañar al público con trucos, mejor es retirarse"

La realidad supera una vez más a la ficción. Imagínense un tenor de prestigio internacional que, habiendo triunfado en los grandes teatros del mundo, es un absoluto desconocido en la ciudad en que vive. En esa extraña situación se encuentra el tenor argentino Raúl Giménez (Santa Fe, 1951), que lleva 20 años viviendo en Barcelona y nunca ha cantado en el Liceo. "No ha sido premeditado, he vivido 20 años de incógnito en Barcelona y he recibido propuestas del Liceo, pero no llegaron a cuajar hasta ahora", afirma Giménez, que debutará el próximo 18 de marzo en el coliseo lírico barcelonés protagonizando un montaje de L'elisir d'amore, de Donizetti.

Giménez encabeza junto a la soprano italiana Mariella Devia, otra ilustre debutante en el Liceo, el primero de los cinco repartos que actuarán en las 20 funciones de esta divertida ópera que el Liceo ha programado hasta el 7 de junio en un montaje dirigido escénicamente por Mario Gas y musicalmente por Daniele Callegari. "Me encanta el papel de Nemorino, que incorporé tarde a mi repertorio, sólo hace 10 años", comenta el tenor. "Hay que asumir los personajes cuando sabes que puedes transmitirlos al público con absoluta fidelidad. Si no puedes cantar con un nivel digno, mejor retirarse que engañar al público con trucos".

"No quiero hacer el ridículo en un escenario como algunos colegas que rebajan las dificultades de un personaje para poder seguir cantando"
"La posibilidad de ser famoso por los discos que grabas no existirá en el futuro. Con la piratería, la industria del disco clásico se irá al garete"

Los grandes papeles de Mozart y Rossini son como una segunda piel para Giménez, cuyo ascenso internacional, en la década de 1980, corrió parejo al redescubrimiento de la obra del músico italiano impulsado por el Festival de Pesaro. "Mi carrera está ligada al auge rossiniano y ha sido la base de mi actividad hasta el año 2000, en el que empezé a dejarlo de lado. Rossini exige un diafragma muy elástico, una preparación intensiva y regular, una flexibilidad que se pierde con el paso de los años. Pide una juventud que ya no tengo", comenta el tenor, que posee una extensa discografía.

Giménez habla del paso del tiempo en la carrera de un cantante con una sinceridad poco frecuente en el ámbito operístico. "No quiero hacer el ridículo en un escenario, como algunos colegas que rebajan las dificultades de un personaje para seguir cantándolo. No veo la necesidad de hacerlo. Siendo realista, mi carrera ya está hecha y sólo seguiré en activo mientras pueda mantener un nivel digno y seguir transmitiendo la esencia del estilo belcantista".

La perfección no existe, pero, como decía el inolvidable Alfredo Kraus, al que Giménez considera "un referente" en su carrera, la obligación de un cantante es buscar esa perfección a través del estudio y la práctica. "El bel canto se está perdiendo porque los jóvenes no quieren estudiar a fondo el estilo. La importancia de los recitativos en las óperas de Mozart y Rossini es tan enorme que sin su dominio no se puede hacer justica a los personajes, pero dan mucho trabajo y los jóvenes se impacientan, piensan que es perder el tiempo. Quieren cantar pronto para conseguir el éxito", comenta al tiempo que elogia sin reservas "lo bien y bonito que canta" el tenor Juan Diego Flórez.

Viena, Roma, Londres, Nueva York o Buenos Aires han sido ciudades ligadas a su carrera profesional. Pero no Barcelona, donde vive desde 1985 con su familia. "Siempre ha sido la ciudad donde podía estar con mi familia y mis amigos, no iba a Barcelona a trabajar sino a descansar. En Barcelona nació mi hija y aquí murió mi mujer tras cuatro años de enfermedad", dice con tristeza. "Estuve a punto de dejar de cantar, no podía hacerlo ni física ni anímicamente, pero mi mujer me animaba a salir al escenario. Todos esos recuerdos están en Barcelona y mi debut en el Liceo no va a cambiar nada esa situación, porque en esta ciudad sigo teniendo mi familia y mis amigos".

Claudio Abbado, Neville Marriner, Jesús López Cobos, Riccardo Chailly o Marc Minkowski son algunas de las famosas batutas con las que Giménez ha grabado una gran cantidad de óperas. "La posibilidad de ser famoso por los discos que grabas no existirá en el futuro. Con la piratería, la industria del disco clásico se irá pronto al garete", comenta.

Su repertorio, en el que figuran unos 50 personajes de otras tantas óperas, se ampliará con La clemenza de Tito, de Mozart, que cantará por primera vez en Roma en 2006. "Lo esencial en el canto es buscar la simplicidad, la elegancia, la naturalidad en el fraseo, y Mozart es una gran escuela para lograr esa sencillez", comenta. "La fama es algo muy relativo. Los aplausos me gustan, como a cualquier artista, pero no me quitan el sueño. Lo maravilloso es sentir, aunque sólo sea en una frase, que has logrado transmitir un instante sublime al público, algo que quedará en su memoria".

La siguiente cita de Raúl Giménez en España, país en el que se ha prodigado poco hasta ahora, es un recital que ofrecerá el 11 de junio en el teatro Rosalía de Castro de A Coruña dentro de la programación del Festival Mozart 2005 y en julio impartirá un curso de canto en Sitges (Barcelona).

El tenor Raúl Giménez, en su casa de Barcelona.
El tenor Raúl Giménez, en su casa de Barcelona.JORDI ROVIRALTA
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