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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

¿Feliz 8 de Marzo?

Este año, la celebración del 8 de marzo en la cuenca del Bidasoa se anunciaba especial por la aprobación de la Ley de Igualdad y, en concreto, de su artículo 35 que prohíbe la celebración de espectáculos discriminatorios en el espacio público. No es que nadie se engañara sobre su aplicación material; demasiadas muestras tenemos en nuestros pueblos de fraudes de ley y connivencias y clientelismos políticos como para seguir manteniendo la inocencia. Pero al menos Emakunde y el Parlamento vasco se habían atrevido a encarar con valentía un conflicto cuya virulencia y duración debería avergonzarnos como sociedad.

Poco ha durado la alegría, sin embargo. Sólo había pasado un día desde la publicación en el BOPV de la Ley de Igualdad cuando se conoció que el alcalde de Irún, el socialista J. A. Santano, se había apresurado a autorizar el espectáculo discriminatorio llamado "Alarde tradicional" con anterioridad a su entrada en vigor. Al margen del valor jurídico de esa autorización, lo que resulta sangrante es el valor político de la misma. Es una extraña manera de celebrar el 8 de Marzo. Tan extraña que enciende la imaginación y nos hace preguntarnos qué ha ocurrido en ese espacio en sombra que esta autorización ilumina: no podemos menos que imaginar reuniones semisecretas entre Junta del Alarde Tradicional y Alcaldía en la que se azuzan mutuamente a presentar la documentación y otorgar la autorización con premura de niños pillados en falta. Teniendo en cuenta su escaso alcance -en el mejor de los casos, solo da una salida a la discriminación para este año-, cabe preguntarse cómo un político que se cree tan hábil como Santano se atreve a ponerse así en evidencia. La respuesta es sencilla: no va a costarle votos.

Nestros políticos han convertido el antaño noble arte de la política en un capitalismo salvaje donde sólo tiene importancia la cuenta de resultados, electorales en este caso. Y así, como fabricantes de yogur que adaptan los sabores a los gustos de cada zona, votan allí lo que allí conviene -léase, la Ley de Igualdad- y hacen aquí lo que aquí les gusta a sus clientes -léase, burlar la legalidad con triquiñuelas indignas-.

Del mismo modo, el PNV, que ha elaborado esta Ley de Igualdad donde se consagran las listas paritarias, incluirá en las suyas propias al alcalde de Hondarribia, Borja Jauregi, quintaesencia del populismo discriminador. El alcance contaminador del nombre de Jáuregi en una lista anula cualquier paridad material y pervierte de tal modo el espíritu de esa ley que también es necesario preguntarse qué hay detrás de esta torpeza política. La respuesta es, naturalmente, la misma: la cuenta de resultados, electorales, claro está.

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