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Bartomeu Fiol reivindica la memoria judía de Mallorca

El poeta presenta 'Càbales del call', premio Carles Riba 2004

Bartomeu Fiol (Palma de Mallorca, 1933) se define como súbdito del reino de Cavorques. "El término baleares es relativamente reciente. En la Edad Media, se hablaba del Regne de Mallorques, que he rebautizado como el reino de Cavorques", afirma el poeta. Hoy el paisaje de la isla ha sido destruido en parte por la depredación turística, pero en Càbales del call (Proa), premio Carles Riba 2004, Fiol se remonta a un crimen anterior: "El gran pecado colectivo de Cavorques fue el trato brutal a la minoría judía y el desprecio posterior a los descendentes de los judíos conversos, los xuetons", destaca.

"En ningún lugar de Sefarad hubo una hostilidad antisemita tan terrible como en Mallorca", asegura Bartomeu Fiol, que con el poemario ha intentado subsanar una injusticia histórica.

A pesar de ser un poeta de filiación espriuana, Fiol reconoce que su tratamiento del pueblo judío es diferente del de Salvador Espriu, que proyectaba referentes bíblicos como correlatos del desamparo colectivo de Cataluña. Fiol está más interesado en la cábala y la teología negativa. En los poemas de Càbales del call, recrea el mito de las vasijas rotas con que la cabalística judía explicaba el origen del mundo. De los fragmentos de las vasijas rotas sale y se dispersa por doquier la luz que el judío errante intentará recuperar en vano por toda la tierra. Con la diferencia de que en Cavorques el éxodo, exilio o persecución del pueblo judío han quedado confinados en la insularidad.

"En Mallorca, del converso que había recuperado en secreto ciertas prácticas religiosas, se decía que se había judeizado. Pues bien, yo también me he judeizado, aunque sólo sea intelectualmente y de forma autodidacta". Fiol declara que ha sido lector mucho antes y mucho más que escritor. Las citas que acompañan los poemas de Càbales del call permiten rastrear las huellas que la lectura de la Biblia de Montserrat, de Gershom Scholem, Edmond Jabès, Primo Levi, Jacques Derrida e Imre Kertész han dejado en su poesía.

"Mi poesía es de carácter religioso", afirma. "Me interesa la religión como experiencia que nos religa a un Dios que sólo podemos conocer a partir de una teología negativa. Si no quieren llamarlo Dios, llámenlo el cosmos. Las dos posibilidades me inspiran el mismo respeto y me resultan igualmente misteriosas". En Càbales del call, Fiol insiste en una de sus obsesiones: la prevención ante los excesos del yo. "Las filosofías orientales han sabido ver que el ego es una construcción, un invento. La Iglesia católica, en cambio, se ha preocupado demasiado por la salvación personal y ha agravado esta consideración heroica del yo que es propia de Occidente".

La voluntad individual debe encontrar sus puntos de apoyo en las inercias de la colectividad. "La multitud es necesaria", sostiene Fiol en uno de sus poemas. "La única consigna posible es: multiplicaos". Esta afirmación de lo colectivo también tiene su traducción en un determinado modelo de lengua literaria. Según Fiol, "no hay nada más democrático que el idioma. La lengua la creamos entre todos. En Mallorca hay gente que sostiene que la salvación del mallorquín pasa por la lengua estándar. Los esfuerzos normativizadores, cuando son excesivos, a veces atentan contra la riqueza dialectal".

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