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Molotov presenta sus irreverentes versiones del rock

Diego A. Manrique

Tras dos años de ausencia, Molotov regresa a España para presentar su último trabajo, Con todo respeto (Surco / Universal). En este disco, el más alborotador de los grupos mexicanos hace lecturas irreverentes de temas lanzados originalmente por Falco, Trio o Gil Scott-Heron. La gira les lleva por locales de Madrid (hoy, sala Arena), Barcelona (mañana, Razzmatazz), Málaga (viernes 11), Huetor Tajar (sábado 12) y Santa Pola (domingo 13).

Para Molotov, venir a Europa supone alejarse del estigma que les condena entre ciertos círculos musicales de México: que son una banda fresa (pija) que busca el escándalo barato. Según el bajista del cuarteto, Paco Ayala, ésa es una visión miope: "No pensamos que se deba exigir un certificado de pobreza para hacer letras críticas". Cierto que también a ellos les gusta meter el dedo en el ojo, como cuando proclamaban "si el rock es cultura / el ska es agricultura". Es un sarcasmo justificado, explica Ayala: "Hay mil bandas de ska que tocan una música simplona, con unos mensajes chatos. Si conoces la carrera de Madness, lo que hacen sus imitadores es descorazonador".

Con todo respeto se entendió como un proyecto lúdico cargado de intención: "Se trataba de revisitar rolas (canciones) que nos marcaron cuando crecíamos. Está un tema de los Beastie Boys, que es uno de los modelos para Molotov, a la vez que canciones tropicales como La boa. No contábamos con nuestro productor habitual, Gustavo Santaolalla, así que lo asumimos como un proceso de aprendizaje, decidimos autoproducirnos y nos gustó esa experiencia de grabar sin filtros ajenos. El punto era crear versiones que sonaran bien Molotov, pero dejando los temas reconocibles. Aunque parezca sencillo, hubo muchos temas que quedaron desechados, nunca amarraron". Sucedió también algún incidente: "Admiramos tanto a Charly García que queríamos que él cantara con nosotros su Nos siguen pegando abajo, pero nuestra reunión terminó con mala onda. Demasiado alcohol".

Los temas foráneos han sido traducidos con mordacidad; los cantados en español se transformaron en texto y, a veces, en música. Ayala específica: "Hemos endurecido Mi agüita amarilla, de Toreros Muertos, que ahora es una pieza metalera. En Agüela hemos respetado el rap original

[del puertorriqueño Wilfred], pero la base es The magnificent seven, de The Clash". Sorprendentemente, no han recibido críticas de los autores: "Como es preceptivo cuando hay modificaciones, les enviamos adelantos de lo que pretendíamos hacer y nadie protestó".

Puede que Molotov, con sus constantes provocaciones, haya elevado el listón de lo tolerable. No es el caso en México, asegura Ayala: "Todavía hay zonas del norte de la República donde sencillamente no podemos tocar. Ni nos sentiríamos seguros yendo allí: estoy hablando de ciudades donde hay impunidad para violar o asesinar mujeres. Y son muchas las emisoras donde nuestros discos suenan con pitidos que tapan lo que consideran palabras malsonantes. Si la misión de Molotov era crear un espacio para la libertad de expresión, no lo hemos logrado". Pero ¿no se había liberalizado el país con la presidencia de Vicente Fox? "Personalmente, me cuesta encontrar algo positivo en su mandato. De todos modos, no debemos escudarnos en Fox. Hasta que los cien millones de güevones (gilipollas) que formamos el país no decidamos tomar el timón de nuestro destino, seremos el juguete de los gobernantes. Mientras tanto, seguimos condenados a quedarnos en el Tercer Mundo".

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