Pues que no

El pasado domingo 6 de marzo me dirigí con mi perro a la estación de metro de Colombia, la más próxima a mi domicilio, con el propósito de informarme sobre el transporte de animales de compañía en Metro de Madrid.

Roko, un cruce de galgo inglés y labrador de tres años, iba debidamente atado con su correa y, debido a su sorpresa por entrar en un lugar desconocido para él, caminaba realmente pegado a mis piernas.

La primera sorpresa fue adivinar desde unos quince metros de distancia a la ventanilla, cómo un empleado salía a todo correr en dirección a mí, por lo que deduje que no iba a darme simplemente las buenas tardes. Al comprobar que no iba a acceder a la línea y que me dirigía a la ventanilla, volvió de nuevo al interior de la misma.

-Buenas tardes, quería saber si podía viajar con mi perro en metro.

-Con ese perro, no.

-¿Qué indica el reglamento de viajeros al respecto?

-Que no pueden viajar animales en el metro. Sólo los perros guía.

-¿Me muestra el reglamento, por favor?

Uno de los empleados salió de la ventanilla al vestíbulo, se dirigió al panel donde se expone un extracto del Reglamento de Viajeros y comenzó a leer el citado extracto. Después de la espera, la respuesta fue: "El reglamento no dice nada al respecto, queda al criterio del personal de Metro". Después de este incidente, y de leer los 36 artículos y las disposiciones finales del citado reglamento, me planteo tres preguntas: ¿Está realmente Metro de Madrid preparado para mí? ¿Puede ser una respuesta del Reglamento de Viajeros de Metro que la aplicación de una norma "queda al criterio del personal de Metro"? ¿Quiere realmente Metro de Madrid ser el mejor metro del mundo? Para las dos primeras, no tengo respuesta. Respecto a la tercera, tengo una sugerencia y una respuesta.

La sugerencia: sigan el ejemplo respecto a este asunto del Metro de Estocolmo, de Bruselas, del transporte público de Dinamarca... La respuesta: pues va a ser que no.