El extraño viaje de Moratinos
Al menos quince personas han muerto de cólera en Malabo (Guinea Ecuatorial) en los últimos días y otras mil están contagiadas. Según un portavoz de la Organización Mundial de la Salud (OMS), son las compañías petroleras norteamericanas que trabajan en la zona las que están echando una mano a la OMS facilitando algunos tanques de agua limpia y algunas medicinas y productos de rehidratación masiva.
Hace ocho años, la noticia habría parecido casi normal: una epidemia más en uno de los países más pobres del África subsahariana. Pero resulta que Guinea Ecuatorial ya no es un país pobre, sino justamente lo contrario: un país extraordinariamente rico, en el que se han descubierto y están en explotación enormes yacimientos de petróleo y de gas. Un país cuyo PIB creció un 14,2% en 2003 y un 21,2% el año pasado. Y sobre todo, un país que sólo tiene 523.051 habitantes y que exporta más de 230.000 barriles de petróleo al día.
Críticas al hecho de que el ministro de Asuntos Exteriores se reservara personalmente esa misión y no delegara en un representante de menor rango
Se podría creer que la población de Guinea Ecuatorial ha sido favorecida por un maná. Pero sería una falsa idea: más del 60% de sus habitantes se mantienen en la más completa pobreza y la expectativa de vida no supera los 50 años, segun datos oficiales. No hay carreteras, ni hospitales, ni escuelas, ni vivienda, ni suministro de agua limpia, ni nada de nada. Lo poco que funciona lo financia la cooperación española. El petróleo se lo llevan las compañías concesionarias (sobre todo las norteamericanas ExxonMobil, Amerada Hess y Maraton Oil), y sólo una parte, pequeña incluso para los estándares internacionales, se queda en el país. Mejor dicho, en manos del presidente de la República, Teodoro Obiang, y de su familia.
El latrocinio es tan grande que hasta el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha denunciado que se hayan declarado secreto de Estado los ingresos por la venta de petróleo. Tan extraordinario que GES Investment Services (www.ges-invest.com), la compañía sueca que se encarga de asesorar a los fondos de inversión que exigen unos estándares éticos mínimos, ha incluido a las tres empresas mencionadas en su lista de infames por su fomento desaforado de la corrupción pública.
Y es en ese país, considerado por muchas organizaciones internacionales como uno de los más corruptos de África y donde las violaciones de derechos humanos son más numerosas y terribles, donde recaló la semana pasada el ministro de Asuntos Exteriores español, Miguel Ángel Moratinos, para dar garantías explícitas y por escrito (algo que ha sonado bastante insólito a numerosas ONG) de que España no permitirá operaciones de desestabilización que puedan poner en peligro al régimen dictatorial de Obiang.
Intereses
Se podría pensar que el Gobierno español busca mejores contactos para los intereses de las compañías petroleras españolas. El ministro Moratinos lo ha negado, y es posible que ésa no sea la razón principal de la extraña visita, sino, como explica el ministro, el simple deseo de "superar desconfianzas y tensiones" y animar al régimen a mejorar sus niveles de decencia política. Algunos diplomáticos y representantes de ONG han expresado, sin embargo, su sorpresa por el hecho de que Moratinos se haya reservado esa misión personalmente y no la haya encomendado a un diplomático de menor rango, a fin de evitar lo que ahora es ya inevitable: la impresión de que España apoya a un dirigente como Obiang, un dictador al frente de un Estado que podría ser considerado tan fallido como los "Estados gamberros" de los que habla Bush.
Lo único seguro es que Obiang ha invitado a visitar el país al nuevo presidente de Repsol. Ya es famosa la historia de esa compañía española, que gastó decenas de miles de millones de pesetas en prospecciones a finales de los años ochenta y que no fue capaz de encontrar una sola gota de petróleo, mientras que, poco después, su competencia norteamericana localizaba varios de los mayores yacimientos de África.
Una abundancia tal de petróleo que Estados Unidos, que había cerrado la embajada en 1995 como protesta por las violaciones de derechos humanos, decidió volver a abrirla en 2003 para dar apoyo a los más de 3.000 ciudadanos estadounidenses que ya trabajan en los pozos de los campos de Zafiro, Ceiba y Alba. Tanto petróleo que Malabo ha entrado en esa extraña y selecta red de "destinos de petróleo y gas" que cubren discretamente algunas compañías aéreas internacionales con vuelos de clase única (primera) reservados a empleados del sector. Es el famoso Houston Express para enlazar el aeropuerto George Bush de la capital tejana y Malabo en 16 horas sin escala, o los vuelos de Air France para unir París con varias ciudades productoras de oro negro, entre ellas la capital guineana.
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