Redes
Hay algo peor que un laberinto: un laberinto de cristal en el que la ilusión de haber encontrado la salida te lleva a estamparte una y otra vez contra el muro diáfano, como una mosca contra la ventana; un laberinto en el que puedes ver a los que deambulan por los pasillos cercanos al tuyo e intercambiar miradas de pánico con ellos; un laberinto del que, con el paso del tiempo, empiezas a sospechar que quizá se trate de un pisapapeles de vidrio abandonado sobre la mesa de una habitación vacía, de modo que ni siquiera quede la esperanza de que un niño lo arroje contra el suelo y lo rompa en mil pedazos. Dentro del laberinto de cristal se suceden los días y las noches, las sequías y las lluvias, los sistemas filosóficos y los ordenamientos jurídicos. Caen o surgen imperios militares y maduran o se agostan las cosechas. A veces llueve o nieva también, todo ello con la monotonía cruel de los procesos digestivos.
El ya imprescindible diccionario Redes relaciona la palabra laberinto con términos tales como administrativo, burocrático o judicial, y aconseja, si el grado de angustia todavía lo permite, remitirse a los términos madeja, maraña, red y vericueto. Madeja, añadimos nosotros, de cristal; maraña de cristal; red de cristal; vericueto de cristal. Entre los inventos del hombre, el cristal es el que más inventado estaba. El aire es un cristal sutil. Extiendes la mano y adopta la forma de tu mano. La acercas a un rostro y tienes la impresión de estar acariciándolo, aunque entre ese rostro y tus dedos haya un abismo, una pared, una sima, un barranco, un talud, un precipicio. Nunca, digan lo que digan los sentidos, se llega al otro.
La transparencia es la forma más diabólica de lo opaco, la más sutil de lo oscuro. No tiene otro objeto que el confundir al ojo. Del término "opaco" no dice nada el Redes. Es una palabra sin amigos, sin relaciones personales, sin cuñados gramaticales. "Transparente", en cambio, aparece asociada a actitud, actividad, acuerdo, agua, ayuda, biografía, concurso, conducta, cristal, crítica, día, diálogo, discurso, elección, empresa, escrito, gestión, información, intención, investigación, juicio, lente, libro... Todo tiende a la transparencia, sí, porque todo, incluido el laberinto de cristal, es opaco.
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