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Reportaje:

A Hondarribia le salen grietas

Vecinos del casco histórico denuncian la aparición de fisuras en sus casas por unas obras cercanas

"¿Hasta qué punto estamos seguros? No hay ni un día que duerma de un tirón". El motivo que quita el sueño a Isabel Iza desde hace más de un mes son las obras que se están llevando a cabo en un solar de la calle Juan de Laborda, en pleno casco histórico de Hondarribia. Allí comenzó a primeros de enero la construcción de un bloque de pisos de tres alturas, bajo los que está previsto habilitar plazas de garaje. A los pocos días de arrancar los trabajos, empezaron a aparecer grietas en las viviendas colindantes, en concreto en las que ocupan la manzana que está enfrente de la fachada principal del Parador Nacional y cuya trasera mira a la zona en obras.

Una de estas viviendas es la de Isabel, quien, junto al resto de vecinos afectados -unos 60, repartidos en seis edificios- dieron la voz de alarma nada más percatarse de los desperfectos provocados por las primeras excavaciones. "Las casas están tocadas. Se ha movido la estructura", alerta Isabel, quien explica que se trata de viviendas antiguas, cuya base es de arcilla. La más antigua data de hace unos 250 años y está incluida en el inventario del Patrimonio Cultural Vasco.

Respuesta municipal

El caso es que los vecinos, preocupados por la aparición de las grietas en sus casas y en el callejón de unos tres metros de ancho que separa éstas del solar en obras, dieron parte a finales de enero a la Policía Municipal y al Ayuntamiento, que decidió paralizar las obras. Comenzaron entonces las reuniones y contactos entre los representantes de los vecinos, el consistorio y la empresa constructora, Inmobiliaria Aizpuru.

Los vecinos exigieron que la constructora realizase un recalce de los edificios afectados, así como que se comprometiera a valorar los daños ya provocados y a asumir los desperfectos que se produjeran en las casas. La empresa, según indican los afectados, ha elaborado "absolutamente a regañadientes" un proyecto de recalce, pero no lo ha contrastado con ellos. Tampoco ha accedido a redactar un documento en el que se comprometa a asumir los desperfectos. Pese a ello, el consistorio, encabezado por Borja Jauregi, del PNV, ha permitido la reanudación de las obras, que se retomaron el lunes.

"El Ayuntamiento dice que no tiene ningún motivo para mantener parados los trabajos y los operarios argumentan que cuentan con el permiso municipal", comenta indignada Isabel, quien, al igual que sus convecinos, se siente desamparada, pues entiende que el consistorio, además de otorgar el permiso de obras, debería velar porque se cumplan los requisitos técnicos adecuados para no provocar daños en sus viviendas. Consideran, por tanto, que, en última instancia, podrían pedirle responsabilidades por los daños sufridos en sus casas.

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Ante esta situación, y si la autoridad municipal no toma cartas en el asunto, los vecinos no descartan dejar a un lado la búsqueda de una solución negociada y presentar una denuncia ante los tribunales. En este sentido, apuntan que, para ejecutar las obras, la empresa constructora precisa realizar una serie de anclajes debajo de las actuales viviendas, operación para la que no han pedido permiso a los propietarios de los pisos afectados.

Invasión

"Eso es una invasión de la propiedad privada", advierten. También barajan la posibilidad de solicitar la intervención de la Diputación de Guipúzcoa, en la medida en que una de las casas perjudicadas está inventariada.

Entre tanto, Isabel y sus vecinos miran con recelo las grietas de sus casas. Unas grietas que, según los profesionales que las han supervisado, no parecen alarmantes desde el punto de vista de la seguridad de los inquilinos de las viviendas. Pero sí se presentan como "daños serios difíciles de reparar" dadas las características, los materiales y la antigüedad de los pisos.

Aún así, Isabel, quien no puede evitar acordarse de los hundimientos del barrio barcelonés de El Carmel, que han obligado al desalojo de decenas de vecinos, se pregunta: "Ahora parece que no estamos para caernos, pero, ¿si continúan las obras? ¿hasta qué punto estamos seguros?"

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