Los opositores prometen ocupar las calles de Beirut hasta la salida del último soldado sirio
El presidente de Líbano intenta formar un Gobierno interino hasta las elecciones generales
Miles de libaneses se mantuvieron ayer en las calles de Beirut en una demostración pacífica, ordenada y ruidosa. Los líderes de la oposición, tras lograr el lunes la caída del Gobierno prosirio de Omar Karamé, anunciaron ayer su intención de mantener la movilización hasta lograr la salida del país del último soldado sirio. Mientras, el presidente de Líbano, Emile Lahoud, trata de llenar el vacío de poder creado en las últimas 24 horas con la formación de un Gobierno interino, cuya misión principal será la convocatoria y supervisión de las elecciones legislativas, que podrían celebrarse en abril.
"No nos moveremos de aquí hasta que se vaya de Líbano el último soldado sirio". Es la consigna festiva que ayer coreaban miles de jóvenes concentrados en la plaza de los Mártires, rebautizada de la Libertad. En ella hay profusión de banderas nacionales libanesas, carteles que exigen una verdadera independencia y se escuchan himnos y canciones patrióticas. También se oyen gritos e insultos contra el Gobierno de Karamé y contra las tropas sirias (unos 14.000 soldados y agentes secretos en este momento), que ocupan, dominan y controlan el país desde hace más de 20 años.
Los manifestantes, en su mayoría universitarios de familias acomodadas cristianomaronitas, musulmanas suníes y drusas, ocuparon por tercer día consecutivo el centro de la capital libanesa bajo la atenta mirada de las tropas del Ejercito de Líbano. Los soldados, vestidos con sus trajes de combate y con la boina roja calada, permanecieron apostados en lugares estratégicos de la ciudad en previsión de incidentes, pero sin atreverse a intervenir en ningún momento. Algunos manifestantes se acercan a ellos y les ofrecen flores.
Lo que ya es una auténtica sublevación popular contra las autoridades prosirias se ha visto reforzada en las últimas horas por grupos de drusos que descienden a la capital procedentes de las montañas cercanas del Chuf, su bastión histórico. Las nuevas milicias pacifistas empezaron a levantar tiendas de campaña al pie de la estatua de los mártires, muy cerca de la tumba del ex primer ministro Rafik Hariri, asesinado hace dos semanas, y de la gran mezquita inacabada de Ahmed Amin, que preside el remozado y elegante barrio de Solider. Su intención, sin duda, es la de permanecer allí hasta el final.
La indignación, la determinación y un cierto miedo se mezclaban ayer en el centro de Beirut. Pese a una euforia de triunfo que invade desde el lunes a los manifestantes, existe una psicosis que dice mucho de lo sufrido por este país en las últimas décadas. Los jóvenes temen que en cualquier momento pueda producirse algún tipo de atentado terrorista que sirva para desviar la atención y acabar con la protesta. Esa angustia se ha trasladado a los comerciantes, que han cerrado al público algunas de las terrazas situadas en lo alto de los edificios. Sostienen que desde ellas cualquier francotirador podría desencadenar una matanza. Muchos trabajadores chiíes que viven en los suburbios de la capital han optado por no pisar el centro de la ciudad o permanecer en ella lo imprescindible.
Los síntomas de descomposición y desestabilización son aún más inquietantes en el norte del país, en Trípoli, donde en las últimas horas se han producido algaradas y enfrentamientos entre los seguidores del dimitido primer ministro, Omar Karamé, oriundo de esta ciudad, y grupos de jóvenes que reclaman impacientes la salida inmediata de las tropas sirias. El entierro, ayer, de un joven de 22 años, muerto el día anterior por unos disparos en el transcurso de los primeros enfrentamientos, sirvió de excusa para que milicianos oficialistas prosirios se lanzaran a la calle arma en ristre hasta imponer un toque de queda por la fuerza.
Investigación del atentado
El presidente de Líbano, Emile Lahoud -presionado por la movilización popular que reclama la salida de las tropas sirias y la depuración de los responsables de los cuerpos de la policía libanesa-, ha anunciado su intención de impulsar y apoyar "hasta el final" la investigación sobre los autores del asesinato del ex primer ministro Hariri.
Lahoud hizo estas declaraciones ante un grupo de expertos de Naciones Unidas, que, al mando del comisionado Peter Fitzgerald, han empezado a hacer las primeras pesquisas. "He dado órdenes a los cuerpos judiciales y a los de seguridad del Estado para que participen en la investigación y que cooperen plenamente con el equipo internacional a fin de descubrir quién es el responsable de este acto horrible y poder llevarlo ante un juez", afirmó Lahoud.
En medio de este clima de tensión, Lahoud trata de acelerar la formación de un Gobierno interino capaz de suplir el vacío dejado por la dimisión del Gabinete de Karamé. Lahoud se ha reunido con el presidente del Parlamento, Nabih Berri, y anunció su intención de iniciar una ronda de consultas con los diferentes líderes de los partidos políticos.
La figura más destacada de la oposición, el druso Walid Yumblat, dijo ayer que ese Gobierno de transición debería corresponder a la oposición y se declaró partidario de que la salida de las tropas sirias sea pactada y por etapas.
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