Hacia otro azar
La coreografía de esta obra se basa en los encuentros casuales y causales. Roces, accidentes, complicidades, flechazos, van dibujando la acción, donde falta estructura. El material tiene su vida interior, pero el desarrollo o dibujo final tiene fisuras serias que dan esos altibajos injustificados. Así, el argumento no se sostiene: una especie de Juicio de París contemporáneo, donde tres mujeres y un hombre se muestran con una manzana de oro, en este caso una plataforma op-art que gira como símbolo del tiempo. Y el error en lo coréutico está en dar excesivo protagonismo escénico al músico, que resulta como paquidermo en Murano. Otra cosa es la música de Mamado, susurrante y sensible, que cumple a efectos de arropar la danza, tanto en las partes vocales (con guitarra) como con el sintetizador; es lógico que no pueda moverse con soltura, como muchos músicos con miedo escénico. Su timidez, su vacilación, de momento inspira ternura, pero luego es francamente un estorbo.
Compañía Sonia Rodríguez
Azar: coreografía: Sonia Rodríguez; música: Cheika Mamado; luces: Ana Rovira; escenografía: Prisma: con: Lorenza di Calogero; Sonia Pique, Ch. Mamado y S. Rodríguez. Sala Mirador, Madrid. 26 de febrero.
Sonia Rodríguez posee un físico particular, resuelto y capaz de manejar el espacio; su capacidad de transmitir es alta, ya sea en tensión o a través de la técnica, que usa con solvencia: danza convincente e interiorizada.
Las otras dos bailarinas se acoplan a su estilo, y lo mejor en eso es el trío final en silencio, un ensemble lírico que proyecta coralmente a las tres bailarinas hacia el oscuro u otro azar.
Babelia
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