Ese néctar misterioso
La inquietud de Eduardo López Banzo por la recuperación del repertorio musical español de los siglos XVII y XVIII se pone de manifiesto una vez más en programas como el presentado anteayer en el coqueto coliseo Carlos III de El Escorial, clausurando por todo lo alto el reconvertido ciclo que lleva por nombre Febrero lírico e iniciando una gira que les lleva de Viena (hoy mismo, en la Konzerthaus) a Nueva York, con actuaciones en nuestro país en lugares como la Filarmónica de Bilbao o el Auditorio de Zaragoza, donde se efectuará una grabación discográfica de estas cantadas que aparecerá en el mercado en el segundo semestre de este año.
Las cantadas ahora contempladas de José de Torres y José de Nebra, compositores en lo más alto de dos generaciones consecutivas del barroco español, se han encontrado, y no son las únicas, en archivos americanos, fundamentalmente de Guatemala. La denominación cantada atiende a la hispanización que se fue imponiendo en la época de la cantata de origen italiano, especialmente en la modalidad de solista. Torres era maestro de la Real Capilla de Madrid, Nebra era aragonés. ¿Cómo aparecieron algunas de sus obras al otro lado del charco? No se sabe con exactitud, pero aquí están y eso es lo importante, con las transcripciones y el entusiasmo interpretativo de López Banzo.
La cantada española en América
Obras de José de Torres y José de Nebra. Al Ayre Español. Director: Eduardo López Banzo. Contratenor: Carlos Mena. Febrero Lírico. Coliseo de Carlos III, San Lorenzo de El Escorial, 26 de febrero.
La primera parte está dedicada a Torres: Vuela abejuela, Panal de amor; la segunda, a Nebra: Bello Pastor, Dulzura espiritual. Esta separación cronológicamente natural permite observar la evolución del barroco español en este género y su paulatina internacionalización. Las versiones fueron magníficas, con el grupo Al Ayre español en formato instrumental a siete, y el refuerzo vocal fundamental del contratenor vitoriano Carlos Mena, poseedor de un instinto especial para interiorizar este tipo de música en una doble dimensión sensible e intelectual.
A medida que iba transcurriendo el concierto se iba produciendo un efecto hipnótico en la sala, del que ni siquiera consiguieron distanciar las obras instrumentales para clave de Diego Xaraba y Bruna interpretadas con primor por López Banzo a modo de separación entre las diferentes cantadas. Atrapados, habíamos quedado atrapados, con ese "néctar misterioso" a que hacía alusión en una de sus arias el sutil contratenor. Atrapados, pero con placer.
Babelia
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