Pistolas de salida que roban tiempo
El sistema usado en los Juegos Olímpicos es defectuoso porque el sonido del disparo no llega simultáneamente a todos los atletas
¡Pobres atletas! ¡Pobres velocistas! Se machacan mañana y tarde, obsesivamente, en el gimnasio y la pista, series, repeticiones, sprints... Calzan zapatillas especiales, visten camisetas intangibles, algunos hasta capuchas aerodinámicas. Una centésima de segundo es un mundo; una décima, el universo, meses de trabajo, mecanización, cuidados, musculación. O eso creen.
También una décima puede ser simplemente la diferencia entre un buen sistema de salidas y uno defectuoso. O entre el usado en los Campeonatos del Mundo y los Juegos Olímpicos.
Jeremy Wariner, el fenómeno blanco de los 400 metros, ganó la impresionante final olímpica de Atenas con 44 segundos, a un pelo de cruzar la línea que sólo han franqueado los más grandes. Como era la mejor marca de su vida y como es joven y modesto, le pareció de perlas lo de los 44,00s. "El año que viene ya llegará el momento de adentrarme en los 43s", declaró el atleta tejano. Sin embargo, y aunque él no lo supiera, si en vez de la final olímpica se hubiera tratado de la final de unos Mundiales, con absoluta seguridad habría bajado de los 44s.
"En unos Mundiales, Wariner habría bajado de los 44s en el 400. En Atenas la orden tardó en llegarle una décima"
"Habría ganado una décima. Se habría ido a 43,90s", dice Jesús Dapena, gallego de Marín, de 55 años, profesor de biomecánica en la Universidad de Indiana (Estados Unidos) y colaborador científico de la federación estadounidense.
Hasta los años 70, la salida de las pruebas de atletismo la daba un juez con una pistola. Al oír el disparo, los atletas se ponían en marcha, pero, dado que el sonido viaja a una velocidad de 349 metros por segundo, los más alejados del juez oían más tarde el disparo, más o menos con una centésima de segundo de retraso cada 3,5 metros. Para paliarlo lo más posible, los jueces buscaban una posición intermedia entre los atletas. Más tarde, a mediados de los 70, se ideó el sistema de colocar un micrófono delante del juez y unos altavoces detrás de cada atleta para que les llegara el sonido a la velocidad de la luz (a 300 millones de metros por segundo), prácticamente al mismo tiempo. Pero ese método tenía el problema de que muchas veces los atletas oían dos bangs, el que les llegaba por el altavoz y una décima después el sonido real. Muchos se paraban pensando que era salida nula. El caos.
La verdadera solución llegó en los Mundiales de Gotemburgo, en 1995. Se trataba de la pistola silenciosa. El gatillo de la pistola, en vez de hacer explotar una pequeña carga de pólvora, pone en marcha un impulso eléctrico hasta los altavoces de detrás de los tacos. Allí, la señal eléctrica se transforma en un sonoro ping simultáneo para todas las calles. Ese sistema se usa en todos los Mundiales desde entonces, pero, curiosamente, no en los Juegos.
"Los Mundiales los organiza la IAAF, que tiene un acuerdo con Seiko, el inventor de la pistola silenciosa", explica José Luis de Carlos, secretario general de la federación española. "En los Juegos el tiempo lo mide Swisstiming, que, al parecer, no tiene desarrollado el sistema silencioso". En teoría, los dos métodos deberían funcionar con igual eficiencia, pero, como ha mostrado Dapena en un artículo en la biblia del atletismo, la revista Track and Field , en la práctica, no.
"Las pruebas son claras", dice Dapena, que ha comparado los tiempos de reacción de los atletas de los últimos Mundiales y Juegos. "Los atletas en los Juegos se comportan como antes de los años 70, como si no hubiera altavoces, cables o micrófonos. Y donde eso es más evidente es en las pruebas con salidas escalonadas, es decir, en los 200 metros, los 400 y los relevos".
El problema lo notó por primera vez el sueco Lennart Julin, quien calcula que en la final de los 100 metros de los Juegos de Sidney 2000, el deficiente sistema de salida robó a Maurice Greene cinco centésimas: con la pistola silente habría marcado 9,82s en vez de 9,87s y batido el récord olímpico.
En la final de Atenas de los 400 metros, Wariner, por la calle 4, tuvo un tiempo de reacción de 0,268 segundos. "Teniendo en cuenta la posición del juez de salida en la final del 400, el sonido de la pistola tardó 0,104 segundos en llegarle a Wariner", explica Dapena; "el resto, hasta llegar a 0,268, fue el tiempo fisiológico de reacción, 0,164s. Redondeando los números a la centésima mas cercana, podemos decir que, si se hubiera usado pistola silenciosa en Atenas, el tiempo de Wariner habría sido de (44,00s - 0,10s = 43,90s). No creo, claro, que la IAAF vaya a cambiar los tiempos, pero, como aficionados, nadie nos impide quedarnos con la idea de que Wariner hizo 43,90".
Un problema futuro, y añadido, será la picaresca de los deportistas. "Los atletas de las últimas calles probablemente creen que el sistema de salida funciona. No saben que el sonido les tarda más en llegar. Por lo tanto, aunque tienen más margen para intentar adelantarse al sonido de la pistola , probablemente no lo han intentado hacer con mayor frecuencia que los atletas de las primeras calles. Ahora que sí lo van a saber (por el artículo que he escrito), podría ser que lo fuesen a intentar mas". dice Dapena; "así que lo que es importante es que el COI cambie el sistema para los próximos Juegos o que el juez esté más al tanto de que, cuando se usa la pistola sonora, tiene que colocarse mas o menos equidistante de todos los atletas. Esto es algo que era práctica general antes de 1970, pero que ha caído en desuso por la noción equivocada de que todos los atletas oyen la pistola simultáneamente con independencia de dónde esté el juez".
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